Crímenes atroces ¿Qué son?

Los crímenes atroces se producen a gran escala y no son actos espontáneos o aislados; son procesos, con historias, precursores y factores desencadenantes que, combinados, posibilitan su comisión.

¿Qué entendemos por crímenes atroces?

El término “crímenes atroces” se refiere a tres crímenes internacionales definidos jurídicamente:

a) Genocidio,

b) Crímenes de lesa humanidad y

c) Crímenes de guerra

d) Depuración étnica

Las definiciones de los crímenes pueden encontrarse en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948, los Convenios de Ginebra de 19491 y sus Protocolos Adicionales de 19772 y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de 1998, entre otros tratados.

¿Quiénes son las víctimas de crímenes atroces?

Los crímenes atroces se consideran los crímenes más graves contra el género humano. Su condición de crímenes internacionales se basa en la convicción de que los actos asociados a ellos afectan a la dignidad básica de los seres humanos, en particular las personas que los Estados más deben proteger, tanto en época de paz como de guerra. Sin embargo, la tipología de víctimas de los actos de genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra son diferentes.

Genocidio 

Según el derecho internacional, es un crimen cometido contra miembros de un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Aunque las víctimas de los crímenes son personas, ellas son atacadas por su pertenencia, real o percibida, a uno de estos grupos. Cuando se habla sobre posibles víctimas de genocidio, el Marco se refiere a ellas como “grupos protegidos”.

Crímenes de lesa humanidad

Engloban los actos que forman parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil. Aunque no civiles puedan ser víctimas del ataque, para que un acto se considere un crimen de lesa humanidad, el objetivo último del ataque debe ser la población civil. Cuando se habla sobre posibles víctimas de crímenes de lesa humanidad, el Marco se refiere a ellas como “población civil”.

Crímenes de guerra 

Pueden cometerse contra una diversidad de víctimas, sean combatientes o no combatientes. En los conflictos armados internacionales, las víctimas son las personas protegidas específicamente por los cuatro Convenios de Ginebra de 1949: 1) los heridos y los enfermos de las fuerzas armadas en campaña; 2) los heridos, los enfermos y los náufragos de las fuerzas armadas en el mar; 3) los prisioneros de guerra; y 4) las personas civiles. También se incluyen las personas protegidas por el Protocolo Adicional I de 1977. En el caso de los conflictos armados no internacionales, el artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra de 1949 reconoce protección a las “personas que no participen directamente en las hostilidades, incluidos los miembros de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las personas puestas fuera de combate por enfermedad, herida, detención o por cualquier otra causa”.

También se incluyen las personas protegidas por el Protocolo Adicional II de 1977. La protección en virtud del derecho internacional humanitario en ambos tipos de conflicto abarca al personal médico y religioso, los trabajadores humanitarios y el personal de defensa civil. Cuando se habla sobre posibles víctimas de crímenes de guerra, el Marco se refiere a ellas como “personas protegidas en virtud del derecho internacional humanitario”.

Debido a la diversidad de tipos de víctimas de los tres crímenes, cuando se habla en general sobre las posibles víctimas de crímenes atroces protegidas por el derecho internacional, el Marco se refiere a ellas como “personas, poblaciones o grupos protegidos”.

¿Por qué es importante prevenir los crímenes atroces?

La primera y principal razón de este enfoque es la necesidad imperiosa de preservar la vida humana. Los crímenes atroces son, por lo general, acontecimientos a gran escala que, si se previenen, evitarán una importante pérdida de vidas humanas, así como daños físicos, psicosociales y psicológicos y traumas. Sin embargo, existen otras razones fundamentales para prestar especial atención en la prevención.

Los crímenes atroces tienden a producirse en países con algún nivel de inestabilidad o crisis. En consecuencia, las medidas adoptadas para prevenir estos crímenes pueden contribuir a la paz y la estabilidad nacionales. La prevención también beneficia a la agenda de paz y estabilidad regionales e internacionales. Los crímenes atroces y sus consecuencias pueden extenderse a los países vecinos, por ejemplo creando o reforzando las tensiones entre grupos que se definen por características religiosas o étnicas y no por fronteras nacionales.

El preámbulo del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional también afirma que los crímenes internacionales “constituyen una amenaza para la paz, la seguridad y el bienestar de la humanidad”.

¿Cómo pueden prevenirse los crímenes atroces?

La prevención del genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad es responsabilidad principalmente de los Estados. La prevención es un proceso permanente que requiere esfuerzos sostenidos para construir la resiliencia de las sociedades a los crímenes atroces garantizando el respeto del estado de derecho y la protección de todos los derechos humanos, sin discriminación; estableciendo instituciones nacionales legítimas y responsables; eliminando la corrupción; gestionando la diversidad de forma constructiva; y apoyando una sociedad civil fuerte y diversa y medios de comunicación plurales.

La ausencia de tales protecciones y garantías por parte del Estado hacia su población puede crear un entorno propicio para la comisión de crímenes atroces. En estos casos, la prevención conlleva la adopción de iniciativas encaminadas a frenar el probable curso de los acontecimientos.

Los crímenes atroces normalmente no son acontecimientos únicos y aleatorios. Más bien tienden a desarrollarse en un proceso dinámico que ofrece puntos de entrada para evitar que ocurran. Para poder alcanzar el nivel de violencia asociado a los crímenes atroces, sus autores necesitan tiempo a fin de desarrollar la capacidad de hacerlo, movilizar recursos y adoptar medidas concretas que los ayudarán a alcanzar sus objetivos.

Esto no implica que siempre exista un plan manifiesto para cometer crímenes atroces desde el inicio del proceso. En algunos casos pasados de genocidio, por ejemplo, la intención de destruir a un grupo se formuló en una fase tardía de violencia.

Sin embargo, puesto que los crímenes atroces son procesos, es posible detectar las señales de alerta o los indicadores de que podrían ocurrir. Así sucede especialmente en el caso del genocidio y los crímenes de lesa humanidad. Si entendemos las causas fundamentales y los precursores de estos crímenes y conseguimos identificar los factores de riesgo que pueden llevar a su comisión o posibilitarla, también podemos determinar las medidas que pueden adoptar los Estados y la comunidad internacional para prevenir estos crímenes.

Cuanto antes se definan los factores de riesgo, mayores serán las oportunidades de prevención precoz.

A medida que el tiempo avanza, las medidas preventivas se vuelven más difíciles y costosas. Si, por ejemplo, se reconoce tempranamente la motivación que explica el aumento de la violencia contra un determinado grupo, el Estado o la comunidad internacional podrán elaborar estrategias destinadas a abordar y desalentar esta motivación. Sin embargo, si ya están produciéndose crímenes atroces, las opciones de respuesta serán muy limitadas y, en algunos casos, quizá requieran el uso de medidas coercitivas, en particular el uso de la fuerza si fracasan todos los medios pacíficos.

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