EL DEBATE QUE NO DEBIÓ SER

Desde que hizo una durísima crítica a una instalación en la Zona Maco allá por el 2013, el nombre de Avelina Lésper se hizo conocido —en mi opinión más por la forma tajante en que la crítica de arte expresa sus argumentos que los argumentos en sí—; de modo que el 11 de julio de 2018, las redes sociales ardieron en llamas con una foto que muestra a Lésper posando junto a un mural en la Sala Ollin Yoliztli en el que puede leerse: “¡Avelina Lésper, me la pelas!” Desde su blog, llamó a los autores del grafiti a un diálogo sobre “cuál es la finalidad de estas pinturas, en qué límite esto puede ser arte urbano o simple vandalismo”. Y entonces, ardió Troya.

Al principio se dijo que los grafiteros Mufor y Neón —los autores del mural— aceptarían la invitación al diálogo, y que ya se estaba buscando un foro para llevar el encuentro. Sin embargo, el primero de agosto se publicó un comunicado donde los grafiteros expresan sus motivos para rechazar la invitación. También se alegaron problemas de falta de comunicación entre las partes. Pese a todas las adversidades, el encuentro se llevó a cabo y, debido a la convocatoria que generó, se transmitió en línea a través de Facebook.

La discusión comenzó en aparente calma: sentados a la mesa en el patio del Museo de la Ciudad, estaban José María Espinasa, director del Museo; Emblem Santana, artista visual; Guillermo Heredia, grafitero conocido como S.R. Niuk; y Avelina Lésper, quien comenzó la sesión al leer una declaración, extensa y ostentosa en la que, entre otras cosas, tilda a los grafiteros de políticamente correctos. Bastaron sólo unos minutos para que todo quedara absolutamente claro: desde la postura reacia y academicista de Lésper, a través de su lenguaje y su estilo altivos; hasta la indiferencia de Heredia, que expresó mediante gestos burlones y rictus; pasando por la rechifla de una porción del público que asistió para ver pleito y no a escuchar. De aquí en adelante, todo fue un caos.

Al terminar Lésper, vino la réplica de Heredia que, por una parte, fue congruente al definir las intenciones del grafiti, y aclarar que a esta manifestación no busca ni le interesa la crítica académica, además de admitir que existe cierta crítica en el grafiti, si bien esta viene de los propios grafiteros. No obstante, cayó en contradicciones varias veces, y su postura contra Lésper fue clara, pues sus intervenciones siempre estuvieron cargadas de sorna e ironía, lanzando epítetos e indirectas. Pareciera que a él realmente no le importaba refutar sus argumentos, pues desde un principio negó toda posibilidad de diálogo al declarar que, si bien existe una estética en el grafiti y hasta un juicio crítico entre grafiteros, es imposible verlo desde la crítica académica.

Por su parte, Santana tuvo un par de intervenciones defendiendo al grafiti con una postura más moderada. Entretanto, el moderador del debate, José María Espinasa, brilló por su ausencia. No se sintió que hubiera alguna planeación o estructura en el debate, fue una sucesión de réplicas en las que, si bien sí se expusieron ideas, nunca hubo gente dispuesta a escucharlas, por lo que el evento se convirtió en una serie dimes y diretes lleno de contradicciones, en los que sólo se buscaba ver quién hablaba más fuerte; lo que por cierto, sucedió: un miembro de la comunidad grafitera presente en la concurrencia asumió el control a gritos para exponer su punto de vista: que el grafiti no puede discutirse en un museo, sino que tiene que discutirse desde la calle. Una postura que comparten todos los grafiteros involucrados. Y al final, la cereza del pastel —paradójicamente—: una vez que hubo finalizado el evento, dos personas le tiraron un pastel a la cara a Lesper.

Así pues, vemos que la “discusión” se tornó en un circo, en una guerra de egos, y así lo demuestran la actitud de Heredia, la abierta declaración de Lésper de que “no se la pela a nadie” y hasta el encabezado de la entrevista que Mufor y Neón concedieron a la revista Vice —“Nos la pela y nos la seguirá pelando”. Pero al final queda la pregunta: ¿acaso hubiera sido posible llevar a cabo este debate de forma abierta y transparente? Independientemente de las muy opuestas formas de discutir que tienen la crítica especializada del arte y la comunidad grafitera, no hubo realmente una voluntad de diálogo.

Si quieren ver la grabación de la conferencia, puede encontrarse completa en el perfil de Facebook del Museo, aquí:

https://www.facebook.com/pg/museodelaciudadmx/videos/?ref=page_internal

Y la declaración de Mufor y Neón rechazando el encuentro aquí:

http://periodistasunidos.com.mx/2018/08/01/grafiteros-rechazan-encuentro-con-avelina-lesper-en-el-museo-de-la-ciudad-de-mexico/

Y la entrevista que le concedieron a Vice acá:

https://www.vice.com/es_mx/article/vbjp98/avelina-nos-la-pela-y-nos-la-seguira-pelando-mufor-y-neon

 

1 comentario en “EL DEBATE QUE NO DEBIÓ SER

  1. Suelo admirar algunos murales en la calle, trabajos que tienen merito y nada tienen que ver con garabatos, Avelina es una mujer que sabe de lo que habla, defiende el resultado del talento mas la disciplina, el resultado de años de estudios, de conocer y de aprender de los mejores para luego una vez aprehendido ser capaces de crear. puede ser aplicable a algunos “artistas Grafiteros” si, pero no en general. Tengo para decir que la postura irrespetuosa, banal y muy poco profesional del este señor Guillermo Heredia AKA, no dejo muy bien representados a este sector, es evidente que tuvo que llevar su delegados de aplausos. Aplaudo a la señora Avelina. Al rescate del verdadero arte.

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