Museo Ghibli en Japón

Entrar en el museo Ghibli es un logro en sí. Desearlo y viajar a Japón es sólo el principio.

Conseguir los boletos es el primer reto. El museo Ghibli tiene una manera muy diferente de vender sus boletos. En línea, la venta de boletos se abre el día 10 del mes anterior a la visita. Pero para nuestra mente occidental entender la notación del calendario es todo un reto. Los japoneses indican en el calendario con una x cuando no hay boletos, y un o cuando si hay disponibles. Para comprarlos necesitas la información de tu tarjeta de crédito y tu pasaporte. Los boletos se acaban rápidamente; si tu disponibilidad de tiempo es reducida, como la de un turista normal en Japón, tus posibilidades se acaban rápidamente.

En Japón, las tiendas LAWSON, equivalentes a nuestros Oxxo, también venden boletos. Claro que tienes que hablar japonés o tener un amigo que hable y los compre por ti. Hay en la red por lo menos mil páginas que te explican el procedimiento para comprarlos.

Una vez con los boletos del museo comprados y en mano, ajustamos nuestro itinerario y viajamos desde Osaka (5 horas, Shinkansen, metro y autobús) a Mitaka, donde está el museo Ghibli, para llegar a las 12 del día a la entrada.

Mitaka es una colonia en Tokyo, lo que nosotros llamaríamos las afueras de la ciudad, muy diferente a los lugares obligados de visita del turista en Tokyo. Es también una oportunidad de ver otras construcciones, otra forma de vivir y de estar en Japón.

 

 

El museo Ghibli es una construcción con muchos colores que la distingue del resto de las construcciones. Sus colores y su construcción te invitan a pasar. Sus vitrales te indican que el interior guarda un encantador misterio.

Una vez pasado el filtro del boleto y pasaporte, recibes un mapa que te alienta a disfrutar la experiencia, a no seguir caminos fijos, a seguir tu inspiración y sorprenderte.

La primera sala en la planta baja te sorprende con las esculturas, el Óscar, la casa de muñecas con las películas famosas del estudio, los personajes, las estatuas, el zootropo. El cortometraje que presentan en esa sala, es una representación del origen de las especies de Darwin. Tal vez el cortometraje está para recordar el origen de la animación, la creación y el proceso de producción de la animación, en una historia de amor.

Es también en la planta baja que puedes descubrir un cortometraje de distribución exclusiva Nosotros vimos “La araña de agua Monmon,” fabuloso cortometraje de extraordinaria calidad. La visión de este te invita a volver al museo, dos o tres veces, para poder apreciar esos cortos hechos en exclusiva para el cine Saturno. Una gran historia de amor, un audio extraordinario, una reverencia a la naturaleza.

 

 

Puedes tomar en la sala central una escalera de caracol; siempre es interesante subir aunque no sepas bien a dónde llegarás. El interés es descubrir y divertirte en el proceso. Los niños toman el reto sin dudarlo. Los adultos tienen que agacharse para lograr pasar y sirve para recordar que el chiste es divertirse. Hay muchos pasadizos en esa primera planta en los que tienes que agacharte. Esto está hecho para niños, parecen decirte repetidamente.

En el primer piso puedes explorar y tocar el peluche del gatobus. Puedes ver esas series animadas que hicieron tu infancia y con Heidi, ver las fotos de las “locaciones” suizas. Entiendes entonces porque en cualquier viaje a las montañas de Suiza pareces escuchar los abetos, ver a Pedro bajar con las ovejas y encuentras la fuente de la que tomaba agua, Pichi, Heidi y Copo de nieve.

Están también en esa planta varios cuentos de hadas, con diferentes objetos, peluches y escenarios. Incita a los niños a conocer la historia, o ayuda al niño a encontrar sus referentes de esas historias tan conocidas.

 

 

Entonces llegas al estudio de Hayao, o al menos a una parte del estudio. Estar ahí es imaginar a Miyazaki dibujando en esos cuadernos y bocetos. Es verlo leer esos libros que compartes o que quieres descubrir. Ver los álbumes puestos ahí como descuidadamente, que puedes hojear, es un guiño de parte del estudio para que reconozcas los referentes de las películas, para que te encuentres con tus vivencias, tus orígenes o tus hipótesis que hiciste al ver esas películas. El gusto de mis hijos al ver en el estudio un libro de México es tomar la mano que te tiende el estudio. El gozo de ver la escena de Ponyo, la escena de La princesa Mononoke o el boceto del Castillo vagabundo te brinda un caluroso abrazo en un día frío. Estás ahí porque tienes coincidencias con su animación, admiración a su creación o te buscas y encuentras en su imaginación.

Las últimas dos zonas, el gatobus y el autómata de Laputa, te hacen querer regresar a esa infancia para poder jugar con las pelusas y sentirte en los restos de la isla en el cielo, poder descubrir el misterio de la caja de control y sacar al fin, las miles de fotos que no son permitidas al interior del museo.

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