159 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
30-VIII-2017
Canción de los tantos
Yo te amo, dijo el ciervo en tu vientre. Yo te amo, dijo el ave que bajó al jardín de tu casa y se puso a beber del rojo néctar. Yo te amo, declaró el peatón y hasta vigía, aquel que observó cuando llegaste de negro y pediste una cerveza.
Yo te amo, sentenció la anciana que vende por casi nada la imagen de Jesús en los Olivos. Yo te amo, continuó mi boca, y fue una la ciudad mientras tú te acomodabas en mi espalda y escribías una larga historia que iba del cuello hasta el olvido, pasando por cinturas y retablos.
Yo te amo, ahora que recuerdo, ahora que te aguardo y que me invento, metido en acrobacias y magia de tres pesos, en el universo de una carpa, en medio de los tuyos.
Sólo escucha mis tantas voces, como un rumor de peces que se acercan.
Ofelia Pérez Sepúlveda
160 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
31-VIII-2017
La renovada muerte
La renovada muerte de la noche
en que ya no nos queda sino la breve luz de la conciencia
y tendernos al lado de los libros
de donde las palabras escaparon sin fuga, crucificadas en mi mano,
y en esta cripta de familia
en la que existe en cada espejo y en cada sitio la evidencia del crimen
y en cuyos roperos dejamos la crisálida de los adioses irremediables
con que hemos de embalsamar el futuro
y en los ahorcados que penden de cada lámpara
y en el veneno de cada vaso que apuramos
y en esa silla eléctrica en que hemos abandonado nuestros disfraces
para ocultarnos bajo los solitarios sudarios
mi corazón ya no sabe sino marcar el paso
y dar vueltas como un tigre de circo
inmediato a una libertad inasible.
Todos hemos ido llegando a nuestras tumbas
a buena hora, a la hora debida,
en ambulancias de cómodo precio
o bien de suicidio natural y premeditado.
Y yo no puedo seguir trazando un escenario perfecto
en que la luna habría de jugar un papel importante
porque en estos momentos
hay trenes por encima de toda la tierra
que lanzan unos dolorosos suspiros
y que parten
y la luna no tiene nada que ver
con las breves luciérnagas que nos vigilan
desde un azul cercano y desconocido
lleno de estrellas poliglotas e innumerables.
Salvador Novo