AYOTZINAPA: solo un ejemplo del tropiezo tras tropiezo

Ayotzinapa será el hecho que marcó la administración de Enrique Peña Nieto, si bien los tropiezos de su gobierno comenzaron desde su campaña, lo ocurrido a normalistas el 26 de septiembre de 2014 conmovió profundamente a la sociedad mexicana, y la tardía y torpe respuesta de la administración peñanietista marcaron un antes y un después en este sexenio.

Una de las obligaciones de cualquier gobierno es proporcionar seguridad a sus gobernados, si esto no se cumple se deben prender las alertas de la administración y empezar a buscar el remedio, o al menos eso tendría que ser, pues como hemos visto en el caso mexicano no ha ocurrido.

Con la desaparición de estudiantes normalistas el 26 de septiembre de 2014, se debieron prender las alarmas del gobierno del presidente Peña Nieto, y dirigir una buena parte de sus recursos a resolver el hecho, lamentablemente no fue así, tuvieron una respuesta tardía y, por decir lo menos, deficiente. Tan es así, que al día de hoy sigue sin quedar claro qué fue lo que sucedió, la versión gubernamental no coincide con otras investigaciones como la del GIEI, y mientras seguimos enfrascados en la impunidad de aquel hecho vergonzoso para nuestro país.

Tal parece que el gobierno federal no se dio cuenta que con esto inició su debacle, pues su sexenio va de mal en peor, y no hacen nada para remediarlo. A Ayotzinapa le siguió la Casa Blanca y demás hechos de corrupción que a la fecha siguen impunes, sin olvidad el mayor tropezón que un gobierno ha tenido en los últimos años, invitar al candidato Donald Trump a nuestro país, y no recriminarle nada, peor aún, hacernos creer que la visita fue productiva; o recientemente el discurso del presidente en la Semana Nacional de Transparencia: “Porque este tema que tanto lacera, el tema de la corrupción, lo está en todos los órdenes de la sociedad y en todos los ámbitos. No hay alguien que pueda atreverse a arrojar la primera piedra”, y así podríamos seguir la lista de tropezones del presidente…

Peña Nieto es un mal gobernante, pero a estas alturas, desafortunadamente, nos quedan pocas opciones para poder librarnos de él, una es exigirle su renuncia, que todo parece indicar que no lo hará, pero si así fuera, el panorama no es nada agradable, pues, luego de que el Congreso la aceptara, lo cual haría sólo por una causa grave (pero no sabemos qué es eso), procede que el Congreso nombre un presidente sustituto, sí, esa misma clase política impresentable que integra el Congreso de la Unión, sería la encargada de imponernos un nuevo presidente que deberá terminar el periodo. Nada bueno…

Quizás es el momento de darnos, como país, mecanismos que nos libren, más pronto que tarde, de malos gobernantes. El primero podría ser reducir el periodo presidencial de seis a cuatro años, pero con posibilidad de una reelección inmediata, esto tendría que ser de alguna forma un procedimiento virtuoso, el presidente se vería obligado a conducir adecuadamente su gobierno para conseguir la reelección, si los gobernados no lo consideran así, simplemente no lo reeligen; además, con posibilidades de renuncia por faltas graves establecidas en la propia Constitución, ya no a discrecionalidad del Congreso o del presidente.

También, podemos pensar en la revocación de mandato, con reglas muy claras y un proceso transparente, para no llegar a los extremos brasileños, pero sí para aumentar los incentivos que nos lleven a tener un buen gobierno.

Por último, considerar la segunda vuelta en la elección presidencial, seguida de gobiernos de coalición, pues de nada serviría si el presidente sigue sin tener mayorías en el Congreso, ya que si pensamos a la segunda vuelta como un mecanismo virtuoso que le da mayor legitimidad al presidente, y nos olvidamos de lo que ocurra en el Congreso, lo que estamos haciendo es un mal diagnóstico y dando una solución errada.

Estos y otros mecanismos nos deben acercar a tener gobernantes responsables, que sepan y entiendan que sus malas decisiones tendrán consecuencias hacia su persona; la corrupción y la impunidad deben ser desterradas porque sólo así podremos empezar a consolidar nuestra democracia.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Todos los Derechos Reservados Feel ® 2016
Develop & Design: JG