El vigilante

México, 2016, 75 min.

En El vigilante, estamos lejos de la multitud de la ciudad. Al contrario, se nos muestra la noche, el silencio de un sitio de construcción en una colina. Sólo las primeras imágenes de la película retratan la urbe, en la cual un vigilante nocturno va contra la corriente para ir a trabajar. La protección, seguridad y confianza de su empleo choca con una metrópoli devastada por la violencia y la desconfianza.

Chava es un trabajador honesto, firme en sus principios y fiel a la verdad simple. Pero su labor silenciosa y aparentemente alejada del gran mundo lo enfrentarán, según la antigua tradición del héroe romántico, a una serie de pruebas dictadas desde la ciudad, lugar que ya devora las colinas. Un misterioso infanticidio, el cobre robado en el lugar, una bala perdida que mata a una mujer que no debería estar ahí y un niño escondido en el edificio, son algunas de las infracciones que aparecen en el relato. A este horror se le agrega el comportamiento sospechoso de Hugo, compañero de Chava, y el policía que investiga el infanticidio. Todas estas desviaciones no respetan una línea coherente o un único plan criminal, como se podría pensar al principio, sino forman parte de un laberinto de fechorías que conducirán a Chava a convertirse en investigador. Su rectitud lo enfrentará brazo a brazo con el compromiso, bajo la amenaza constante de otros eventos misteriosos y violentos.

El vigilante es un trabajo a la vez simple y muy articulado, el cual parte de una gran destreza para forjar una narración altamente estilizada sin que por ello se pierda la inverosimilitud. En este aspecto, el realizador Diego Ros sabe crear una atmósfera constantemente tensa, soportada por el uso expresivo de la música y el sonido, elementos que constituyen el verdadero pilar formal de la película. Dentro de esa tensión nocturna, la soledad del héroe desprende proporciones épicas, derivadas del colapso de valores –originalmente encarnados por el protagonista– como el respeto a la autoridad y a la amistad.

Constantemente, la aventura de Chava está interrumpida por llamadas provenientes de la ciudad que, conforme pasa el metraje, descubrimos están relacionadas con el nacimiento de su hija, al cual no puede asistir. La noche de nuestro guardián se enriquece con un valor de sacrificio, el cual encontrará la sublimación en la música, en la introducción de un nocturno [pieza para piano] de Frédéric Chopin. Una elección que golpea, que crea una distancia abismal entre la atmósfera de la película con su contexto, una noche pacífica imposible que, quizá, sea la que el protagonista, o hasta el propio Ros, desean o sueñan para la niña en ciernes.

 

Fragmentos de un texto de Giuseppe Di Salvatore

Filmexplorer (filmexplorer.ch)

Basilea, 7 de abril de 2017

Traducción: Edgar Aldape Morales

D, G y E: Diego Ros. F en C: Galo Olivares. M: Guillermo Acevedo y Miguel Hernández Montero. Con: Leonardo Alonso (Salvador), Ari Gallegos (Hugo), Héctor Holten (Serrano), Lilia Mendoza, Noé Hernández. CP: Vigilante Cine, IMCINE, FOPROCINE, Avanti Pictures. Prod: Diego Ros, Yossy Zagha, Jack Zagha y Laura Pino. Dist: Producciones Chonchas.

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