Guerrero

México, 2017, 114 min.

El fuego empezó el 26 de septiembre de 2014, cuando 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa fueron desaparecidos a manos de autoridades mexicanas y el crimen organizado. Inmediatamente después siguió el calor de las protestas por todo el país, la llama de la cobertura mediática y la quemazón de la “verdad histórica” gubernamental. Pero antes y después de esta tragedia, la pólvora y las cenizas ya estaban regadas, mezcladas entre sí, por el suelo de Guerrero. Los desaparecidos, asesinados y víctimas de la violencia son una constante en el estado, que se remontan a la Guerra Sucia en las décadas de los 60 y 70, y se extiende hasta nuestros días. No obstante, paralelamente, la lucha social y el activismo han resistido los embates de la represión para mantener viva la chispa de la esperanza y la justicia.

Actualmente, numerosas producciones audiovisuales han surgido en torno a estos sucesos, sobre todo en el terreno documental; por ejemplo, Mirar morir (Coizta Grecko, 2015) y Un día en Ayotzinapa 43 (Rafael Rangel, 2015). En ambos casos se trata de exploraciones que intentan profundizar en el tema, develando las raíces del conflicto, como la intervención militar, la deficiencia de las autoridades y el clima de impunidad e impotencia que se respira cotidianamente en las comunidades. A esta lista podríamos sumar a Guerrero, el más reciente documental del cineasta francés Ludovic Boleux, el cual se centra en la mirada de tres activistas políticos que se rebelan contra la injusticia y resisten la indiferencia del gobierno desde diferentes trincheras. Desde hace 15 años, Boleux ha documentado diversos acontecimientos en el estado. Inició con el reportaje fotográfico La herencia de los guerreros (2003); después emprendió una serie de testimonios fílmicos con El crimen de Zacarías Barrientos (2008) y continuó con Acuérdate de Acapulco (2013). Guerrero cierra esta trilogía.

La película sigue muy de cerca de Coni López, una policía comunitaria del Frente Unido para la Seguridad y el Desarrollo del Estado de Guerrero (FUSDEG) en la región de Chilpancingo; Mario Vergara, quien busca a su hermano desaparecido excavando en fosas por los alrededores de Iguala; y a Juan López, un maestro rural de Tlapa de Comonfort, que lucha por la justicia y la conciencia social. Boleux los acompaña en sus actividades diarias, dentro y fuera de su lucha política: vemos a Coni trabajando junto a la policía comunitaria o recordando a su padre fotógrafo; a Mario desenterrando los huesos de algún desaparecido o conviviendo con su familia; y a Juan haciendo guardia en la toma del ayuntamiento municipal o dando clases a niños. Pero la intimidad es aparente, pues la lucha de estos tres personajes está tan adherida a su cotidianidad que no es posible concebirla de otra forma.

La crítica está de más. El análisis cinematográfico de un documental como éste, por el momento, sale sobrando. La empatía con estas causas individuales es lo apremiante. Guerrero sigue vivo a través de sus habitantes y este esfuerzo documental es testimonio de ello.

 

Israel Ruiz Arreola, Wachito

Cineteca Nacional

Ciudad de México, 24 de mayo de 2018

D y G: Ludovic Bonleux. G: Ludovic Bonleux y Pedro García. F en C: Ernesto Pardo, Ludovic Bonleux, Carlos Federico Rossini y Ricardo del Conde. M: Manuel Danoy. E: Pedro G. García. CP: Bambú Audiovisual, Cadalpiotz, IMCINE. Prod: Ludovic Bonleux, Emiliano Altuna, Romy Tatiana Graullera y Carlos Federico Rossini. Dist: Ambulante Presenta.

 

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