El 12 de diciembre de 2015 en la COP21 de París, se alzó un acuerdo histórico para cambio climático y acelerar e intensificar las acciones necesarias para bajar las emisiones de carbono.
“Acuerdo de París es la convención donde por primera vez todos los países tienen una causa común y emprendan esfuerzos ambiciosos para combatir y adaptarse a los efectos del cambio climático, así como ayudar a los países en desarrollo a lograrlo.”
Reforzando la respuesta mundial a la amenaza que representa el cambio climático manteniendo el aumento de la temperatura mundial por debajo de los 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar aún más el aumento de la temperatura a 1.5 grados centígrados.
A la vez sostiene que debe aumentar la capacidad de los países para hacer frente a los efectos del cambio climático y lograr que las corrientes de financiación sean coherentes con un nivel bajo de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y una trayectoria resistente al clima. Para lograrlo es preciso establecer un marco teórico nuevo que mejoré el aumento.
La convención sobre cambio climático tiene los siguientes tres objetivos principales:
1.- limitar el calentamiento global a menos de 2 grados centígrados y lo más cercano a 1.5 grados centígrados
2.- aumentar la capacidad de los países de adaptarse a los efectos del cambio climático y de construir sociedades resilientes. Es decir que puedan resistir esos efectos.
3.- promover la transición hacia economías bajas en carbono y hacia el desarrollo sostenible.
La trascendencia de este acuerdo no sólo radica en el alto nivel de ambición de sus objetivos sino en que estos implican una transformación estructural profunda de nuestras sociedades junto con la agenda de desarrollo 2030 también aprobada el año pasado.
En las naciones Unidas proyecta una visión integrada hacia un mundo sustentable centrado en el bienestar de las personas en la conservación del planeta en la prosperidad la paz y la cooperación.
Con el acuerdo de París el mundo dio un salto histórico, hacia un futuro sostenible en el que las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la humanidad dejen de ser una amenaza para la existencia de la civilización.
Para su entrada en vigor se requería que lo ratificasen o aceptasen al menos 55 países que representen al menos el 55 por ciento de las emisiones globales.
La aceptación de este Acuerdo por 195 países en tan pocos meses refleja sin lugar a duda la voluntad de los gobiernos de dar cumplimiento a los compromisos que asumieron en París.
¿Dónde estamos respecto al acuerdo de París?
Solo unos pocos países han seguido el acuerdo:
- Argelia
- Canadá
- Costa Rica
- Guatemala
- Indonesia
- Japón
- Macedonia
- Malasia
- Montenegro
- Noruega
- Papúa Nueva Guinea
- Perú
- Samoa
- Singapur
- Tonga
Con la excepción de Canadá y Japón dos de las industrias más relevantes del planeta, los demás países pequeños cuyas intenciones son loables pero cuyo impacto en la tendencia global del planeta es marginal. Algunas tienen apenas 100.000 habitantes.
Y los ¿demás? En el listado realizado por Grantham Research Institute en el que se analizan y comparan tanto los objetivos económicos y medioambientales desde cada nación formante como sus leyes prácticas sobre el papel, todos están muy comprometidos con la causa: al menos 157 de los 197países que firmaron en París tienen planes para reducir sus emisiones a lo estipulado.
Apenas 58 de ellos han puesto en práctica leyes y políticas que reduzcan de forma efectiva los gases contaminantes y de entre ellos, tanto sólo 16 han hecho con arreglo a los objetivos de París. Es decir, mucho ruido y pocas nueces.
Porque pese a su ambicioso carácter, París siempre tuvo un carácter V O L U N T A R I O. Los países firmantes jamás estuvieron obligados a reducir sus emociones todo depende de la buena voluntad y de los incentivos a corto plazo. Como sabemos, no son la mejor herramienta para prevenir el calentamiento global.
Estados Unidos por ejemplo se salió del pacto en cuanto Trump tomó posesión. y Brasil va por el mismo camino y México igual no se ha salido pero tampoco se encuentra en la vía a generar otro tipo de desarrollo.
París estipulaba que todos los países debían fijar unos objetivos nacionales a corto o medio plazo, y comunicarlos después en un Nationally Determined Contributions (NDC).
La abrumadora mayoría de ellos lo han hecho, pero son papel mojado. Mientras sus objetivos de crecimiento económico miran a 2020, los NDC se posponen vagamente a 2030. La economía (y la industria) sigue pesando más que reducir las emisiones.