No cabe duda que el principal ingrediente es la música, mientras que el aderezo fue la parte visual.
Ha pasado ya más de una semana del concierto de Roger Waters en el Zócalo de la Ciudad de México y mucho se ha hablado del setlist, del ‘Renuncia’ y del ‘ Trump eres un pendejo’.
No cabe duda que el principal ingrediente de ese momento mágico por el cual muchos esperamos varios años, es la música, mientras que el aderezo fue la parte visual.
Y es que pocos como Waters para rodearse de gente que lo entiende para crear un universo único, tanto sonoro como visual.
Aún sin salir al escenario, las imágenes que se despliegan en el sofisticado sistema de pantallas crean una expectativa tal que al primer acorde se logra una explosión de júbilo en la multitud.
Con un toque predominantemente político y con claras referencias a los gobiernos de México y Estados Unidos, las animaciones e ilustraciones presentadas conforman por si solas un show aparte.
Con esto queda claro que el espectáculo del ex integrante de Pink Floyd no solo se queda en lo musical y lo político, sino que también transita por el deleite visual.