Calaveras literarias: creatividad mexicana y sus rimas burlescas

El origen de las calaveras literarias no es preciso, pero tiene como base la tradición precolombina de conversar tú a tú con la muerte, y los versos funerarios y epitafios heredados del virreinato español.

El ingenio literario del mexicano florece cuando ante la muerte comparece

Uno “pinta su calavera” cuando fallece, cuentan. Pero el término calavera, en su fúnebre simbolismo, se usa también para referirse a un género literario con el que cada principio de noviembre los mexicanos recuerdan, mediante un epigrama, a personajes públicos fallecidos.

A mí las calaveras me pelan los dientes”, reza la sentencia popular mexicana. Una muestra de la valentía de México ante la adversidad pero también ante la muerte.

La esencia de un país que adquiere su aire más festivo cada 2 de noviembre, con el Día de Muertos. “La pelona”, “la huesuda” o “la calaca”, variante de la palabra calavera, siempre en femenino, son algunos de los nombres con los que los mexicanos se refieren a la muerte con ironía.

SINCRETISMO CON LA PALABRA Y LA MUERTE.

Un total de 300 "calaveras festivas" creadas por el artista plástico y escritor mexicano Fernando del Paso integran la exposición "Las mujeres sin cara de Ciudad Juárez". Las piezas están realizadas en diversas técnicas pictóricas y materiales que van desde cartulina, acrílico, tinta china, fieltro, lentejuela e incluye también materiales de desecho, con lo que el autor busca ofrecer un homenaje a las mujeres asesinadas en esa ciudad fronteriza. EFE/Mario Guzmán
Un total de 300 “calaveras festivas” creadas por el artista plástico y escritor mexicano Fernando del Paso integran la exposición “Las mujeres sin cara de Ciudad Juárez”. Las piezas están realizadas en diversas técnicas pictóricas y materiales que van desde cartulina, acrílico, tinta china, fieltro, lentejuela e incluye también materiales de desecho, con lo que el autor busca ofrecer un homenaje a las mujeres asesinadas en esa ciudad fronteriza. EFE/Mario Guzmán

El origen de las calaveras literarias no es preciso, pero tiene como base la tradición precolombina de conversar tú a tú con la muerte, y los versos funerarios y epitafios heredados del virreinato español, los cuales fueron tomados a burla por los escritores mexicanos debido a lo largo y elaborado de sus composiciones.

Tras el período de Independencia en México, a partir de 1910, los escritores del nuevo país comenzaron sin embargo a publicar las calaveras, llamadas en aquella época panteones y en las que señalaban con gracia y hasta sarcasmo rasgos físicos, conducta y comportamiento de la clase privilegiada.

Los autores de este género hacían, y deben hacer todavía, acopio de humor, ingenio e ironía para acusar o fastidiar a los señalados.

Los textos eran publicados en hojas volantes y rematadas con dibujos y grabados entre los que sobresalieron los del artista José Guadalupe Posada (1852-1913), grabador, ilustrador y caricaturista que creó la “Calavera garbancera”, renombrada por el artista Diego Rivera como “La Catrina”, un popular esqueleto que le ha dado identidad a México en el mundo.

Y no es que en este país la muerte no asuste, cause dolor o pena, pero en México siempre se celebra “el paso a mejor vida”.

OCTAVIO PAZ Y LA MUERTE EN MÉXICO.

El desprecio a la muerte no está reñido con el culto que le profesamos. Ella está presente en nuestras fiestas, en nuestros juegos, en nuestros pensamientos. Morir y matar son ideas que pocas veces nos abandonan. La muerte nos seduce”, reflexiona Octavio Paz. En la imagen unos muñecos mariachis difuntos. Foto EFE
El desprecio a la muerte no está reñido con el culto que le profesamos. Ella está presente en nuestras fiestas, en nuestros juegos, en nuestros pensamientos. Morir y matar son ideas que pocas veces nos abandonan. La muerte nos seduce”, reflexiona Octavio Paz. En la imagen unos muñecos mariachis difuntos. Foto EFE

El Nobel de Literatura Octavio Paz (1914-1998) en el ensayo “Todos Santos, Día de Muertos”, que forma parte del libro “El laberinto de la soledad” (1950), relató cómo ven ese fenómeno sus compatriotas.

“El desprecio a la muerte no está reñido con el culto que le profesamos. Ella está presente en nuestras fiestas, en nuestros juegos, en nuestros pensamientos. Morir y matar son ideas que pocas veces nos abandonan. La muerte nos seduce”, reflexiona Paz en el texto.

“Calaveras de azúcar o de papel de China, esqueletos coloridos de fuegos artificiales, nuestras representaciones populares son siempre burla de la vida, afirmación de la nadería e insignificancia de la humana existencia”, prosigue.

“Adornamos nuestras casas con cráneos, comemos el Día de los Difuntos panes que fingen huesos y nos divierten canciones y chascarrillos en los que ríe la muerte pelona, pero toda esa fanfarronada familiaridad no nos dispensa de la pregunta que todos nos hacemos: ¿qué es la muerte? No hemos inventado una nueva respuesta. Y cada vez que nos la preguntamos, nos encogemos de hombros: ¿qué me importa la muerte, si no me importa la vida?”, apunta Paz.

PARIENTE DEL CORRIDO.

El epitafio burlesco de las calaveras literarias tiene forma de “composición poética breve”, una especie de epigrama, y está instaurado en las escuelas mexicanas. FOTO EFE
El epitafio burlesco de las calaveras literarias tiene forma de “composición poética breve”, una especie de epigrama, y está instaurado en las escuelas mexicanas. FOTO EFE

Una de las principales características de la calaverita es que el texto se debe escribir de manera divertida, pero con creatividad y un toque satírico.

Las estrofas deben ser de cuatro versos y en octosílabos, con una rima y una métrica constante. “Las calaveras son un género literario que viene de la décima y de la poesía popular”, dijo en una entrevista con Efe el titular de la Secretaria de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, Eduardo Vázquez Martín, al presentar este año las actividades por el Día de Muertos en la capital.

El poeta, editor y promotor cultural recordó que en los textos predomina el uso del octosílabo, “el verso más popular, el del corrido, el del romance, y con un sentido siempre humorístico, de celebrar y de reírse, que engarza con esa tradición mexicana de hacer del Día de Muertos un motivo de celebración, de reunión con nuestros muertos”.

Ese epitafio burlesco tiene forma de “composición poética breve”, una especie de epigrama, agrega.

Aunque en sus inicios sus autores se referían a características físicas o morales de las personas o personajes conocidos referidos, con el paso del tiempo también se señalaron acontecimientos políticos, sociales y culturales destacados.

UNA TRADICIÓN QUE SE ENSEÑA EN LA ESCUELA.

Aspecto de un altar mexicano para conmemorar el Día de los Difuntos. EFE/Martin Alipaz
Aspecto de un altar mexicano para conmemorar el Día de los Difuntos. EFE/Martin Alipaz

Para la artista mexicana Betsabé Romero, cuyo trabajo tiene como base la cultura tradicional mexicana, las calaveras literarias son fundamentales en la celebración del Día de Muertos, que engloba otros aspectos como el gastronómico, el visual o el musical.

“La parte parte visual es importante, pero también es importante jugar con las palabras”, matizó. Romero, que estudió Arte en la Academia San Carlos, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en la École des Beaux Arts de París.

Romero considera vital para que esta tradición perdure la labor que se hace en los colegios del país. Cuando se acerca la fecha, las escuelas mexicanas dejan como tarea a los niños “jugar con las palabras y con la calaveras y las rimas, para darle salida a esa parte lúdica que le da sonoridad a las palabras”, narra.

En la actualidad en todos los recintos académicos, centros de trabajo, museos, casas de la cultura, periódicos y revistas mexicanas, mediante concursos o simples publicaciones, se mantiene viva la tradición de las calaveritas literarias.

Desde hace muchos años son los políticos la principal materia prima para los dardos de ironía y burla de los ingeniosos versos.

En las escuelas los maestros encargan a sus alumnos una “calavera” dedicada a sus compañeros, amigos o familiares y, aunque no deja de ser un ensayo y un juego, en mayor o menor medida, aparece la vena creativa y poética del mexicano.

CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LOS MUERTOS: PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.

EFE/Ulises Ruiz Basurto
EFE/Ulises Ruiz Basurto

El Día de Muertos en México se celebra los días 1 y 2 de noviembre y coincide con las celebraciones católicas de Día de Todos los Santos y los Fieles Difuntos.

Durante la festividad, anterior a la llegada de los conquistadores españoles, “se vuelve a recibir a los que ya no están”. Tanto en las comunidades rurales como en los barrios urbanos se acoge y despide una vez más a las almas con ofrendas, música y platos típicos.

Desde 2003, la celebración del Día de Muertos en las comunidades indígenas mexicanas es reconocida por la Unesco como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.

Según los antropólogos mexicanos, es fruto de la fusión de culturas con la llegada de los españoles a América. Como resultado, surgió una visión de la vida y del más allá única en el mundo.

“Para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; mas al menos no se esconde ni la esconde; la contempla cara a cara con impaciencia, desdén o ironía: ‘si me han de matar mañana, que me maten de una vez’”, rememoraba Octavio Paz.

Por Juan Manuel Ramírez.
EFE/REPORTAJES

Desde hace muchos años son los políticos la principal materia prima para los dardos de ironía y burla de los ingeniosos versos.Foto EFE
Desde hace muchos años son los políticos la principal materia prima para los dardos de ironía y burla de los ingeniosos versos.Foto EFE

 

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