Cinematográfica Marte: Fuerza sin pretensiones

Cinematográfica Marte, icónica productora mexicana de los años sesenta y setenta, responsable de varias joyas escondidas.

Acudimos con gusto a la invitación de la Cineteca Nacional para deleitarnos con el ciclo dedicado a Cinematográfica Marte, icónica productora mexicana de los años sesenta y setenta, responsable de varias joyas escondidas, o simplemente perdidas dentro de la marabunta de la filmografía mexicana.
Si bien es cierto que en el acervo de la compañía constatamos una clara evolución que va de sus primeras películas a finales de los años sesenta, en la que orientan su trabajo en cierta medida a la experimentación tanto en el guion como en la cámara, regalándonos como sumum de este aspecto su ópera prima, película de culto donde las haya: “Los Caifanes”… (no escribiremos sobre ella, porque demasiado se ha dicho ya).
En esta primera etapa, se presenta el amor como leit motif, visto desde distintos puntos de vista; es el aglutinante y el detonante de las historias que se nos cuentan, pero hacia mediados de los setenta, y sin desaparecer el amor del argumento con señalada trascendencia, la acción y la violencia se abren paso, y dominan el centro de la oferta.
Así pues, los primeros tres títulos producidos son: “Los Caifanes” (1967) “Patsy mi amor” (1969) y “Trampas de amor” (1969)… Los últimos tres son: “Crónicas de un amor” “Los leones del ring” y “Los leones del ring contra la cosa nostra” (las tres 1974). Comentar el acierto de la Cineteca al seleccionar básicamente la primera etapa, aunque viendo un poco todo el trayecto, queda claro un objetivo que no se pierde, que para la gente de la productora fue primordial (y que se hace más patente en la segunda mitad de la filmografía) presenta un narración social enfocada reiteradamente en la relación que se establece en los distintos estratos de la sociedad cuando interactúan entre sí, llevándonos así desde los “Tacos al carbón” (1972) en la que un debutante Vicente Fernández es rechazado por una vecina, por  ser un simple taquero, pero un golpe de la fortuna lo pone del otro lado de la vida, convirtiéndolo en un magnate del taco y un campeón de la conquista; hasta Patsy mi amor, basada en una historia de García Márquez, en la que una jovencita Ofelia Medina se enamora de un hombre casado, experimentando el cambio, pero no tanto de estatus, como de medio y modo de ver el mundo; pasando por extremos como “La justicia tiene doce años” en la que tras un intrincado laberinto emocional y repleto de engaños, la tragedia se ceba sobre los protagonistas de la manera más rabiosa posible.
Sin embargo, del ciclo visionado, me he tomado la libertad de ahondar un poco en la que posiblemente menos llama la atención “Trampas de amor” (1969) que consta de tres relatos que también (curiosa cualidad de la productora) funcionan como crisol en el que se amalgaman los elementos que tanto le gustan a Cinematográfica Marte.

los-caifanes Revista Feel     Patsy_mi_amor Revista feel    Trampas de amor Revista Feel

 

En el global de la obra, tal vez lo más llamativo y su silencioso aporte es el manejo de innovadoras técnicas de la época, el juego de los diafragmas y los tipos de película en lo técnico, con mucho movimiento libre de la cámara, aunando al aprovechamiento máximo de la luz natural, en lo interpretativo.
Elementos como éste serán revalorados, usados y muy bien aprovechados por un movimiento que aparecerá veinte años más tarde al otro lado del mundo: el Dogma de Von Trier y secuaces. Pero en “Trampas de amor” gracias al casi estridente colorido y al esfuerzo demostrativo en el vestuario y atrezzo, no olvidamos ni un instante que estamos en plenos sesentas, y nos ofrece un amplio catálogo de descripciones que rayan en el cliché, de la sociedad mexicana de ese tiempo, como ya hace desde la primera secuencia de “El dilema”, dirigida por Tito Novaro, en la que Joaquín Cordero conduce su estilizado convertible por una pintoresca carretera, cuando se encuentra a dos hermosas turistas estadounidenses a quienes se les ha descompuesto el coche.
El, caballeroso y hospitalario mexicano, se ofrece a ayudarlas, y se embarca en una aventura con ellas, en compañía de su doctor (un personaje casi totalmente sobrante) a efectos de contar la historia, ya que sus dos únicas finalidades son la de atestiguar el cuento y la de informarnos, cuando el personaje central se mete en una descabellada relación con las dos extranjeras, de que está enfermo del corazón, preparándonos con esta advertencia, y desde la mitad de la narración, para el desenlace que aun siendo esperado, no deja de sorprender…
De ahí, la receta se repite en “Yvonne” de Manuel Michel, aunque con una situación cambiada, donde Julio Alemán nos hace partícipes de su falso modo de vida y nos deja enterarnos de cómo teje un engaño alrededor de una inocente muchacha de pueblo a quien quiere prostituir (otro tema recurrente de la productora, que se desarrollará más a fondo en “Para servir a usted” (1971)).
Muy bien logrado en este capítulo el hecho de centrar toda nuestra atención en una parte de la historia para, aquí sí, sorprendernos absolutamente al desvelarnos en menos de un minuto, la parte que no se nos ha contado.
El filme se cierra con “La Sorpresa”, dirigida por Jorge Fons, que es en la que más podemos encontrar la suma de ideas que forman la idea general de Cinematográfica Marte, ya que aquí, la señora rica se inmiscuye con el mecánico que le arregla los coches, y que intenta aprovechar al máximo el filón, obteniendo de ella, beneficios, dinero y regalos, y encontrándose con la dificultad de mantener bajo secreto la infidelidad a su esposa, popular madre mexicana, confinada al hogar, los hijos, y la voluntad del marido… Son justo los esfuerzos que hace para ocultar su realidad, los que lo llevan a comprobar que, de la misma manera que hacemos sin que los otros se den cuenta, lo otros nos pueden hacer, sin que nosotros nos demos cuenta.
De este capítulo, yo destacaría, además de la costumbristísima y casi delirante secuencia de los mecánicos apoyando al Atlante en el palco del estadio Azteca, las geniales actuaciones de Héctor Suárez y Norma Lazareno, ya que incluso la excusa argumental que nos lleva al desenlace, podría parecer hasta un poco forzada.
En conjunto, la película no aspira, igual que la mayoría de la obra de Cinematográfica Marte, a grandes trascendencias ni glorias, lo cual posiblemente, le confiere la frescura de contar por medio de tres historias absolutamente frívolas, algo más de lo que parece contar, y eso se agradece mucho, de la misma manera que se agradece a la Cineteca, que lleve a cabo estos ciclos, ya que como los que amamos profundamente el cine sabemos, no sólo de obras maestras se vive.

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