Contaminación emocional

 

La contaminación trae consigo muchos daños a la salud del hombre, es bien sabido que las partículas en el aire pueden provocar enfermedades respiratorias como la neumonía, bronquitis, asma, enfermedades virales como la fiebre amarilla, hepatitis, dengue, entre otras. Los niveles altos de contaminación en el aire relacionados con los motores diesel de los carros, provoca enfermedades del sistema circulatorio. Se ha demostrado también que la contaminación por radiactividad provoca mareos, vómitos, pérdida del cabello hasta cáncer.

Millones de personas, alrededor del mundo, no tienen acceso al agua potable y las infecciones causadas por agua en mal estado producen enfermedades mortales.

La contaminación por ruido es una de las causas más señaladas a la hora de diagnosticar enfermedades nerviosas y psicológicas. La contaminación acústica también provoca algunos trastornos de la salud como el insomnio, dolores de cabeza, ataques al corazón y más.

Pero, ¿te has puesto a pensar por qué el ser humano puede saber todo lo anterior y seguir contaminando con gran apatía? En muchas ocasiones hemos escuchado decir que “si no estás bien contigo mismo, no puedes estar bien con nadie” y aplica perfectamente en el tema de la contaminación ya que, si no te importa lo que sientes y tienes en tu interior, difícilmente te importará o querrás contribuir en el cuidado del planeta en que vives.

Existe un tipo de contaminación que lamentablemente es muy contagiosa y limitante, se denomina contaminación emocional.

Las emociones como la tristeza, la ira, la alegría, no podemos evitar sentirlas y sirven para poder funcionar en el medio en el que nos desenvolvemos. Es muy importante identificar cómo sentimos nuestras emociones porque de lo contrario las emociones van a regir nuestras acciones, por ejemplo ante el enojo, algunos pueden hacerlo de manera violenta pero otros de manera pasiva. Identificar y aceptar cómo canalizamos nuestras emociones nos ayuda a conocernos y a tener un diálogo interno, a ser conscientes de que una emoción es sólo eso y que de nosotros depende expresarla de una manera positiva o negativa sin tener que reprimirla.

La  contaminación emocional se hace presente cuando tiramos, desechamos y constantemente tenemos comportamientos autodestructivos o hacia los demás como insultos, pensamientos negativos, gritos, agresividad, etc.

Para reducir nuestra contaminación emocional explica Maria Mercè Conangla (Manresa, 1959) “tenemos que asumir la responsabilidad de autogestionar nuestras propias basuras emocionales y dedicar un rato cada día a nuestra higiene emocional. En nuestro día a día, lanzamos al medio ambiente gran cantidad de productos contaminantes (quejas, victimismo, lamentos, juicios, agresiones) que no procesamos correctamente.

Son fruto de nuestra incompetencia para gestionar nuestras emociones caóticas (celos, envidia, miedo), nuestra realidad es un reflejo de cómo vivimos y sentimos, por eso el mundo sufre tanto.

 

Toda emoción tiene un impacto en el mundo exterior y depende de cada uno de nosotros comprometerse a gestionarla de forma sostenible.

 

Recuerda: ahorra, recicla y contribuye

 

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