El 15 de mayo se celebra en México el “Día del Maestro”, motivo por el cual decidí escribir una reflexión acerca de dicha profesión y su importancia en la formación profesional y personal de los estudiantes.
Ser docente no es nada fácil, requiere de muchas habilidades que se deben de poner en práctica todos los días, frente a los alumnos, a los padres de familia y a los mismos directivos de la institución.
Cada clase que se imparte es diferente, nunca sabes los problemas que se van a generar al interior de aula y debes de estar lo más preparado posible para afrontarlos, aunque no siempre se resuelvan como uno quisiera.
Frente al grupo no sólo eres el profesor, te vuelves un agente de cambio para que los jóvenes se atrevan hacer cosas diferentes, que salgan de su zona de confort y puedan poner en práctica todo el potencial que tal vez ni si quiera sabían que lo tenían. Se escucha fácil, pero es un proceso muy complejo, requiere del apoyo no sólo del estudiante sino también de la misma institución educativa.
Al interior del aula no puedes evitar escuchar las historias de los estudiantes, sus problemas de casa, sus momentos de alegría pero también sus momentos de enojo y tristeza, y es con todo esa montaña rusa de emociones que el estudiante y el profesor deben de trabajar todos los días en los contenidos de cada asignatura.
Por lo cual, como docentes, no sólo estamos construyendo profesionistas, también construimos seres humanos que sienten, que son más éticos, que se preocupan por su entorno, que cuentan con una actitud positiva frente a la vida y sobre todo que tienen un gran corazón.
Aaaww! Sí que haríamos sin ellos, nos soportan tanto! 😍❤️