“Epopeya del pueblo mexicano”: narrativa visual por Diego Rivera

El proyecto original contemplaba que, además del área de la escalera, los murales de Rivera decoraran todos los corredores del Palacio Nacional.

“Epopeya del pueblo mexicano”, historia mural de Diego Rivera

Diego Rivera narró en el mural de 270 metros cuadrados, “Epopeya del pueblo mexicano”, enmarcado en la escalera del Palacio Nacional de la capital, toda la historia de México, desde las sociedades prehispánicas hasta la época del pintor (1886-1957). Este verano fue restaurado tras los sismos ocurridos en 2015.

En 1929, el artista Diego Rivera pasaba las puertas del Palacio Nacional de la capital mexicana, un edificio cargado de significado histórico y político, para enfrentarse a los 270 metros cuadrados de muro desnudo que le esperaban alrededor de la escalera principal.

Pronto, la superficie comenzaría a llenarse de personajes históricos, simbolismo y representaciones de los ideales de Rivera, para transformarse en lo que acabaría siendo, seis años más tarde, “Epopeya del pueblo mexicano”, una de las obras cumbres del pintor.

Con una libertad de la que pocos artistas de la época gozaban, Rivera (1886-1957) desplegó su propia visión de la historia, con uno de los principios que regían entonces en el muralismo en edificios públicos, la exaltación de valores nacionales, aunque a medida que evolucionaba el trabajo plasmó una visión más crítica con la Revolución.

Fotografía del cuadro autorretrato, del mexicano Diego Rivera. EFE/Andrés Iamartino
Fotografía del cuadro autorretrato, del mexicano Diego Rivera. EFE/Andrés Iamartino

 

NARRANDO LA HISTORIA.

La extensa área que encargaron a Rivera y que enmarca la escalera del Palacio se divide en tres muros que narran, de derecha a izquierda, la historia de México desde las sociedades prehispánicas hasta la época del pintor, con un torrente de personajes entre los que sobresalen el conquistador Hernán Cortés, el prócer de la patria Miguel Hidalgo, el dictador Porfirio Díaz, el revolucionario Emiliano Zapata o la pintora Frida Kahlo, que fue mujer de Rivera.

En la primera parte, el muro norte, aparece reflejada la vida cotidiana precolombina, alrededor de la figura del dios Quetzalcóatl, representado con un hombre ataviado con un tocado de pluma de quetzal. Un sol boca abajo en esta parte de la obra es señal del ocaso que vivirá esta sociedad.

El muro poniente, el central y más extenso, está vertebrado por un eje vertical que, de abajo a arriba, cuenta la llegada de los españoles, la Independencia, y la Revolución, recogiendo también el águila y el nopal, protagonistas de la leyenda sobre la fundación de Tenochtitlán.

En los laterales de esta sección, Rivera desarrolla otros aspectos, como la integración de la religión católica, a través de las crueles prácticas de la Inquisición o bien de la labor con los indígenas de fray Bartolomé de las Casas y otros personajes.

También aparecen dos conflictos trascendentales que México sufrió en el siglo XIX: la intervención estadounidense y la francesa, en el marco de la cual se vivió el fusilamiento del emperador Maximiliano.

Por último, el muro sur, el del México del futuro, expone la lucha de clases, con un proletariado que se superpone a la burguesía bajo la luz de un sol naciente que se contrapone con el dibujado en la parte inicial de la obra.

En esta última sección es una crítica ante una sociedad represiva que, además, se aprovecha de los ciudadanos, quienes aparecen a los pies de la imagen de la Virgen de Guadalupe depositando monedas que, a través de tuberías, ascienden hasta llegar a burócratas y autoridades.

Mural realizado por el mexicano Diego Rivera en Palacio Nacional en Ciudad de México (México) EFE/Sáshenka Gutiérrez
Mural realizado por el mexicano Diego Rivera en Palacio Nacional en Ciudad de México (México) EFE/Sáshenka Gutiérrez

 

LIBERTAD A LA HORA DE CREAR.

El proyecto original contemplaba que, además del área de la escalera, los murales de Rivera decoraran todos los corredores del Palacio Nacional. Sin embargo, la muerte del artista en 1957, impidió que esta idea llegara a culminarse.

Sí llegó a realizar varios murales que se disponen en uno de los corredores aledaños a “Epopeya del pueblo mexicano”, así como en parte de otro. En las obras se observa la vida diaria de las culturas mesoamericanas y su aportación al mundo, haciendo referencia a productos como el maíz y el chocolate.

Destaca “El desembarco de los españoles en Veracruz”, en el que Rivera plasma la llegada de los españoles, sus crueles prácticas con los indígenas y la evangelización. A Hernán Cortés le pinta como un personaje demacrado e hinchado, con un enfermizo tono verde en su piel.

Entre las dos primeras partes del mural y el muro sur, el que hace referencia al México del futuro, hubo un periodo de pausa, lo que quedó reflejado en la pintura de Rivera, quien durante ese tiempo había ido cambiando de mentalidad.

Lo que se representa en esta parte del mural visibiliza una “actitud más crítica hacia los resultados de la Revolución”, afirma a Efe Carmen Saucedo, historiadora del Palacio Nacional.

“Ya no los ve con esta ilusión, con este optimismo que inicialmente él tenía, porque en su posición crítica considera que la Revolución no va por el rumbo que debería estar yendo”, sostiene la también asesora de la Oficina de la Conservaduría del edificio.

“Por ello, refleja una sociedad con “alianzas perversas”, y con una lucha que, no obstante, va a resultar en “el futuro promisorio”, que se vislumbra en la parte superior con Marx, quien guía a los obreros hacia la igualdad para el pueblo mexicano”, indica Saucedo.

“También manifiesta una versión del discurso construida, en cierta forma, sobre un modelo maniqueo, en el que la facción liberal es la que triunfa y está ensalzada como promotora de todos los grandes avances nacionales, mientras que los conservadores están pintados como gente perversa”, explica la historiadora.

La libertad inusual de la que gozó el pintor vino porque “era Diego Rivera y a él se le permitió. A otros que intentaron criticar con esta agudeza y con este atrevimiento al poder o a las élites, ya fueran económicas o políticas, cualquier élite, no se lo consintieron, pero a él le dieron carta blanca”, indica la experta.

Junto a él trabajó un grupo de pintores especializados, a quienes enseñó la técnica. No obstante, Rivera ejerció una estrecha vigilancia en la labor de sus ayudantes y, aunque ellos realizaron esbozos o empezaban los trazos, es fácilmente identificable la pincelada final del guanajuatense, con su marcado estilo.

Alejandro Morfín (i)y Lilia Rivero (d) conservadora de palacio nacional, (México) EFE/Sáshenka Gutiérrez
Alejandro Morfín (i) y Lilia Rivero (d) conservadora de palacio nacional, (México) EFE/Sáshenka Gutiérrez

 

UNA LOCALIZACIÓN VULNERABLE.

Respecto al resto de murales dispuestos sobre el corredor, “Epopeya del pueblo mexicano” presenta una peculiaridad: es el único que está pintado de forma directa sobre muro.

Esta característica hace que la obra sea mucho más sensible a los eventos sísmicos que agitan la ciudad, por lo que se realizan monitoreos constantes para constatar si sufre signos de deterioro.

La conservadora de Palacio Nacional, Lilia Teresa Rivero Weber, afirma a Efe que durante 2015 se vivieron dos eventos sísmicos fuertes en la Ciudad de México, con lo que tuvieron “el acuse de algunas de las grietas ya existentes, y el inicio de pérdida de los resanes previos que había”.

Es por ello que el mural tuvo que someterse durante el pasado verano a un proceso de restauración, con el que se repararon estos desperfectos y se limpió de polvo, telarañas y material ajeno, para “volver a darle la brillantez necesaria a los colores originales”, según indica.

Una tarea que vino de la mano de un trabajo previo en colaboración con la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos y la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, para escanear la escalera y analizar cuáles fueron los pigmentos utilizados por Rivera y el estado general del mural, con el objetivo de detectar puntos específicos que necesitaban intervención.

Alejandro Morfín, líder del proyecto del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam), encargado de la última restauración del mural, señala a Efe que, “después de una limpieza acuosa y una nivelación de la superficie, el equipo de ocho técnicos en sitio llevó a cabo una reintegración cromática”.

“La reintegración se hizo con acuarela, ya que es un material reversible, con pincel de pelo y siguiendo las técnicas de puntillismo, “rigatino” -líneas verticales cortas- o veladuras (capas finas de pintura)”, apunta el especialista.

El mural estuvo tapado durante semanas por los andamios, pero desde Palacio Nacional buscan evitar futuras intervenciones de esta magnitud en la obra, uno de los grandes atractivos turísticos de la capital mexicana.

“Lo que estamos buscando es llegar a procesos de conservación preventiva y ya no tener acciones directas en el bien cultural”, concluye Rivero Weber.

Por Isabel Reviejo.
EFE/REPORTAJES

1 comentario en ““Epopeya del pueblo mexicano”: narrativa visual por Diego Rivera

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Todos los Derechos Reservados Feel ® 2016
Develop & Design: JG