Japón, Brasil e Italia presentes en la 61 Seminci Cine de Autor

Geografías y filmografías tan dispares han coincidido en la necesaria actualización de la familia como núcleo primigenio de las relaciones humanas.

El cine de tres continentes revisa en la Seminci la vigencia de la familia

Roberto Jiménez

Valladolid (España), 27 oct (EFE).- Las tres películas proyectadas hoy a concurso en la 61 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), procedentes de latitudes tan distantes como Japón, Brasil e Italia, hicieron una revisión del concepto de la familia a la luz de este tiempo, su vigencia y transfiguración.

Geografías y filmografías tan dispares han coincidido en la necesaria actualización de la familia como núcleo primigenio de las relaciones humanas, pese a tratarse de directores consagrados como Yoji Yamada (“Maravillosa familia de Tokio”) o veteranos como Paolo Virzi (“La pazza gioia”) y Anna Muylaert (“Mae so ha una”).

Tras el éxito logrado el año pasado con “Una segunda madre”, Muylaert regresa a la figura materna en su cuarto largometraje para situar el dilema de identidades que amenaza con devorar a Pierre, el joven protagonista de la cinta, inmerso en un debate entre la sexualidad masculina y femenina cuando le informan de que ha sido un bebé robado.

“La figura de la madre es muy rica porque es de las primeras personas que en la vida nos aportan el lenguaje y la educación, por eso regreso a ella una y otra vez”, admitió Muylaert en una rueda de prensa después de la proyección de su filme, muy bien acogido por la crítica y público asistentes.

El relato parte de un hecho real que ocurrió en Brasil hace veinte años y conmocionó a la opinión pública, “pero el robo del bebé es solo el punto de partida” de una ficción “más centrada en el descubrimiento de las identidades”, puntualizó la realizadora.

La película “cuestiona e incluso rompe etiquetas” como ocurre con Pierre (Daniel Botelho), quien refrenda su vínculo afectivo con la madre que le robó en lugar de la biológica y a pesar de los esfuerzos de ésta por recuperar el tiempo perdido.

La ambigüedad sexual también ocupa buena parte del metraje como un signo o un rasgo característico de los adolescentes brasileños, que la directora ha incluido de forma premeditada para acentuar la contemporaneidad y tratar de interesar a los más jóvenes.

De la figura de la madres a la del hijo, de los bebés robados a los adoptados, Virzi presentó en Valladolid (centro oeste) “La pazza gioia” protagonizada por Micaela Ramazzotti y por una brillante Valeria Bruni-Tedeschi.

Interpretan a Donatella y Beatrice, que coinciden en una clínica psiquiátrica a la que han llegado desde un trastorno de personalidad, la primera, y el doloroso enigma que representa la pérdida de un hijo dado en adopción obligatoria por su inadecuada vida, la segunda.

Emociones, sentimientos y humor predominan dentro de una trama, a caballo entre el drama y la comedia, que Virzi desarrolla al tolerar, como realizador pero también guionista, la escapada de ambas del sanatorio mental en un trepidante viaje de búsquedas que culmina con un resultado desigual.

La otra pata de esta trébede temática sobre la familia es un divorcio muy peculiar, el que propone en “Maravillosa familia de Tokio” Yoji Yamada, ganador en 2013 de la Espiga de Oro, máximo galardón de la Seminci, por “Una familia de Tokio”, la adaptación actualizada del clásico de Yasujiro Ozu “Cuentos de Tokio”.

En esta ocasión, Yamada analiza en clave de comedia el divorcio de un matrimonio mayor y la mediación de una joven ajena a la familia, la prometida de uno de los hijos de la pareja de ancianos.

Yamada avisa sobre la fragilidad del matrimonio en las parejas longevas, atacadas por el virus de la desidia, desatención y rutina, y explora la genética de la familia al sugerir esa condición incluso para personas lejos de los lazos de sangre. EFE

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