Madre Teresa de Calcuta

Una mujer que ha generado polémica en algunos círculos de gente culta, decía ella: “de sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. Se comenta se relacionó con altos jerarcas no solo de la iglesia católica, sino también, del mundo de la política. En lo que firme como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. Y agregaba diciendo: “Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mí para que seamos su amor y su compasión por los pobres. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo: saciar su sed de amor y de almas”.

Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes. Era la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu. Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su “inspiración,” su “llamada dentro de la llamada”. El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India. El Decreto de Alabanza, concedido por el Papa Pablo VI a la Congregación en febrero de 1965, animó a Madre Teresa a abrir una casa en Venezuela (aciprensa)

Su trabajo se fue dando a conocer y el mundo comenzó a fijarse en Madre Teresa y en la obra que ella había iniciado. Numerosos premios, comenzando por el Premio Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el Premio Nobel de la Paz en 1979, al mismo tiempo, los medios de comunicación comenzaron a polemizar y a seguir sus actividades con un interés cada vez mayor. Ella recibió, tanto los premios como la creciente atención “para gloria de Dios y en nombre de los pobres”.

Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más graves problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En marzo de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad. El 5 de septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente). Su respuesta a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios (aciprensa)

Menos de dos años después de su muerte, a causa de lo extendido de la fama de santidad de Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el Papa Juan Pablo II permitió la apertura de su Causa de Canonización. El 20 de diciembre del 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la heroicidad de las virtudes y sobre el milagro obtenido por intercesión de Madre Teresa. Fue beatificada por San Juan Pablo II el 19 de octubre del 2003. Y canonizada 13 años después por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro el 04 de septiembre del 2016 dentro de la celebración del Jubileo de los voluntarios y operarios de la misericordia.

Algunas de sus exhortaciones más inspiradoras:

1. Si estás juzgando a las personas, no tienes tiempo de amarlas.

2. La mayor enfermedad de Occidente hoy no es la tuberculosis o la lepra; es no ser querido, no ser amado y que nadie se preocupe por ti. Podemos curar las enfermedades físicas con la medicina, pero la única cura para la soledad, la desesperación y la falta de esperanza es el amor. Hay muchos en el mundo que mueren por un trozo de pan, pero hay muchos más que mueren por un poco de amor. La pobreza de Occidente es un tipo distinto de pobreza – no es sólo una

pobreza de soledad, sino también de espiritualidad. Hay un hambre de amor así como hay hambre de Dios (Camino de sencillez).

3. ¿Cuál es mi pensamiento? Yo veo a Jesús en cada ser humano. Me digo: este es Jesús hambriento, tengo que darle de comer. Este es Jesús enfermo. Este tiene lepra o gangrena; tengo que lavarle y atenderle. Yo sirvo porque amo a Jesús.

4. Sed amables con los demás en vuestros hogares. Sed amables con los que os rodean. Prefiero que cometáis errores en la amabilidad antes que hacer milagros con crueldad. A menudo basta una palabra, una mirada, un gesto, y la oscuridad llena el corazón de los que amamos (La alegría de amar).

5. Rezo para que entiendas las palabras de Jesús, “Amaos unos a otros como yo os he amado”. Pregúntate, “¿Cómo me ha amado él a mí? ¿De verdad amo de la misma forma a los demás?” Hasta que este amor no esté en nosotros, podemos matarnos a trabajar y será sólo trabajo, no amor. El trabajo sin amor es esclavitud (Ven, sé mi luz).

6. Un sacrificio, para ser verdadero, tiene que costar, tiene que doler, tiene que vaciarnos de nosotros mismos. El fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio, el fruto del servicio es la paz.

7. Buscar el rostro de Dios en todo, en todas las personas, en todo momento, y su mano en todo acontecimiento; esto es lo que significa ser contemplativo en el corazón del mundo. Ver y adorar la presencia de Jesús, especialmente en la humilde apariencia del pan, y en la angustiosa forma de los pobres (En el corazón del mundo).

8. Lo que tú haces yo no puedo hacerlo, y lo que yo hago tú no puedes hacerlo, pero juntos estamos haciendo algo hermoso para Dios, y esa es la grandeza de Dios por nosotros – darnos la oportunidad de ser santos a través de las obras del amor que realizamos, porque la santidad no es el lujo de unos pocos. Es una tarea sencilla para ti, para mí – tú en tu lugar, en tu trabajo, y yo y los demás, cada uno

de nosotros, en el trabajo, en la vida es donde hemos prometido honrar a Dios… Tú debes llevar tu amor por Dios a la vida (Donde hay amor está Dios).

9. Cuando un pobre muere de hambre, no ha sucedido porque a Dios no le importe él o ella. Sucede porque ni tú ni yo hemos dado a esa persona lo que necesitaba.

10. Jesús quiere que yo os repita … cuánto es el amor que tiene por cada uno de vosotros — mucho más del que podéis imaginar. … No sólo os ama, mucho más – os anhela. Os echa de menos cuando no estáis cerca. Tiene sed de vosotros. Os ama siempre, incluso cuando no os sentís dignos de ello … (Ven, sé mi luz).

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