El papel del profesor en México

Uno de nuestros expertos en política se suma a uno de los debates de actualidad nacional.

Reflexionemos sobre el papel del maestro en la educación, con ello surge una pregunta: ¿Qué es lo que enseña el maestro? Se dice que desde Civilización Griega, la tarea del docente (sofistas) era de instruir al pupilo (no así a los extranjeros, esclavos y labriegos) en cocimientos básicos de escritura, matemáticas, geometría, geografía, gimnasia, música, danza; recordando que se trataba de una educación integral. Con el tiempo según iba creciendo y progresando en la instrucción, se le proveía de otras herramientas: como el manejo de armas, retórica, filosofía, economía (esto variaba según las preferencias, vocación, intereses del estrato social y familia), con la finalidad de generar en el alumno: conocimientos, habilidades, capacidades y destrezas. Todo ello con un propósito muy claro de reproducir la filosofía y el modo de pensar ateniense o griego, dicho en otras palabras, producir y reproducir el sistema dominante griego.

Ahora bien, en la actualidad en México el papel de maestro, continúa siendo el de proveer al alumno de conocimientos; que lo formen en desarrollo de una serie de habilidades, destrezas, capacidades, así como formar una conciencia reflexiva y crítica (establecido en el artículo 3 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos). Sólo que este objetivo de crear conciencia en el educando, es cuestionado, porque la educación en México; en las cuatro o cinco últimas décadas se ha dirigido a difundir una instrucción mecánica basada en conocimientos de español, matemáticas y otras disciplinas a fines al conocimiento positivista (filosofía occidental capitalista), o lo que llama Paulo Freire “Educación Bancaria”:

En la concepción bancaria, el sujeto de la educación es el educador el cual conduce al educando en la memorización mecánica de los contenidos. Los educandos son así una suerte de “recipientes” en los que se “deposita” el saber. El educador no se comunica sino que realiza depósitos que los discípulos aceptan dócilmente. El único margen de acción posible para los estudiantes es el de archivar los conocimientos. El saber, es entonces una donación. Los que poseen el conocimiento se lo dan a aquellos que son considerados ignorantes (…) De este modo, a mayor pasividad, con mayor facilidad los oprimidos se adaptarán al mundo y más lejos estarán de transformar la realidad. De este modo, la educación bancaria es un instrumento de la opresión porque pretende transformar la mentalidad de los educandos y no la situación de la que se encuentran (En Caldeiro, Graciela: 2013).

Así el papel real e histórico del educador asumiendo su conciencia de clase, es de despertar conciencia en el educando (el oprimido) para que este se libere y pueda contribuir a la transformación de sus condiciones concretas inmediatas –político sociales-. “Freire señala sin embargo, que incluso una educación bancaria puede despertar la reacción de los oprimidos, porque, aunque oculta, el conocimiento acumulado en los ‘depósitos’ pone en evidencia las contradicciones. No obstante, un educador humanista revolucionario no debería confiarse de esta posibilidad sino identificarse con los educandos y orientarse a la liberación de ambos” (En Caldeiro, Graciela: 2013).

Haciendo eco a lo que plantea Freire, Peter McLaren describe en su obra La Escuela como un Performance Ritual: “aula no sólo como un espacio educativo, sino también como un territorio en el cual se dirimen, en términos simbólicos, conflictos de clase, étnicos y generacionales” (2003), refiriéndose al significado del conflicto de clase entre opresores y oprimidos. Con ello la importancia de que el maestro asuma su verdadero papel de generador de conocimientos en el alumno que lo lleven a una formación integral, que lo conduzcan a un desarrollo cognitivo amplio de capacidades, habilidades, destrezas y conciencia de clase.

Entonces: ¿Qué vamos a hacer con él papel de los profesores en México?

FUENTES:

Freire, Paulo en http://graciela-caldeiro.idoneos.com/ (2013), Brasil.

McLaren, (2003) La Escuela como un Performance Ritual, México, Siglo XXI.

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