¿Se acerca el fin de la palabra escrita?

O de por qué deberíamos ver menos series

Tenemos un grave problema con la lectura, o para ser más específicos, con la falta de la misma. Es decir, pareciera que ya nadie lee cuanto debería, y como muestra un ejemplo de la vida real: hace unos meses caminaba hacia mi trabajo cuando vi que una persona le preguntó a otra por la calle X, una pregunta absolutamente innecesaria dado que la persona en cuestión estaba parada justo debajo de las placas con los nombres de las calles y, por cierto, ya estaba en la esquina de la calle que estaba buscando. Uno podría pensar, justamente, que sólo era una cosa de distracción, o de nervios, pero, ¡diablos! Parece que ya en ningún lado la gente lee, como en el transporte público, donde nadie se molesta en ver siquiera los letreros o los mapas, se limitan a preguntarle a un guardia que difícilmente puede ser un guía de la ciudad con un empleo así de restrictivo.

Admito que estos dos ejemplos son bien mundanos y, además, previsibles —nótese la iconografía que bien o mal diseñada, tiene cualquier sistema de transporte­­—. ¿Pero qué pasa con algo un poco más complejo, digamos las noticias? ¿Cuándo fue la última vez que leímos un periódico o revista? Nuestras fuentes de información en línea son las notas que vemos compartidas en redes sociales, ¿Vienen de un medio serio? ¿Verificamos su veracidad siquiera? No. Nos limitamos al brevísimo espacio de un tweet, o peor, un meme. No hay profundidad en lo absoluto. La cosa empeora si consideramos que ya vienen las próximas elecciones y no tenemos el hábito de leer, ni de confrontar la información que nos llega. ¿Cómo esperamos entonces decidir razonadamente al momento de estar en las urnas?

 

Estamos ante un grave dilema: estamos perdiendo la profundidad de lectura, y con ella, la profundidad de pensamiento. Cuando leemos en internet, lo hacemos escaneando, leyendo “por encimita” en busca de la información más “importante” ¿Cuántas veces no se han puesto leer un artículo que se titula algo así como Las 10 razones por las que [inserte lo que sea aquí], y te das cuenta que te saltas los primeros dos párrafos en busca del subtítulo que anuncie Razón número 1…? Textos pre-procesados. Digo, tampoco es que se tratara de información de vital importancia, pero demuestra un vicio de lectura común en internet.  Otro problema es que la mayoría de los textos son muy cortos, y que no nos permitimos explorar ideas nuevas. De ahí que haya vaticinios fatalistas que prometen la muerte de la literatura, pues, ¿Cómo una generación acostumbrada a leer mensajes de menos de 300 caracteres tendrá la concentración necesaria para leer un artículo de periódico o un texto para la escolar? Ya no digamos un texto académico, un artículo largo de una revista seria, y ni soñar que se ataque una obra cumbre de la literatura, que requieren un nivel de lectura más profundo y a detalle.

La raíz del problema es, simplemente, que nuestros cerebros no evolucionaron para leer: la lectura, es una actividad relativamente reciente —sólo unos cuantos miles de años—. No obstante, la estamos perdiendo. Y esto se debe a que los nuevos medios privilegian lo visual —una actividad para la que el cerebro humano sí está diseñada y no requiere de mayor esfuerzo—. Para el cerebro es mucho más sencillo procesar 3 horas de su serie favorita, que mantener la concentración en una sesión de lectura de un tercio de duración.

No estoy en contra de que la gente vea series, ¡las hay unas muy buenas!, y no tiene nada de malo distraerse con algo… pero, ¿es que hay algo que nos haga pensar o debatir como solía hacerlo la lectura? ¿O una buena conversación? Muchas veces me ha pasado que la mejor parte de leer un libro es precisamente, discutirlo… y no siempre pasa lo mismo con una serie o película. Ya ni soñar, tristemente, que pase los mismo con una noticia, o meme. El fracaso de muchas causas sociales en las redes, me parece que es, precisamente, el poco tiempo que le dedicamos a leer, a observar y a pensar.

Lo estamos perdiendo, pero aún estamos a tiempo: elijamos una fuente de noticias confiable, leamos un artículo o libro con el simple afán de aprender algo nuevo, y más que nada, intentemos opinar de manera seria. Pregunten, refuten, y pasemos menos tiempo enchufados a una red social.

 

 

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