¿El sexo condiciona la amistad?
El trabajo, la rutina, el estrés y un sinfín de actividades han convertido nuestra época en una cuasi apocalipsis sentimental, donde tener pareja estable es algo difícil de conseguir, por lo que el sexo ocasional se ha abierto brecha a pasos enormes y con él las prácticas sexuales entre amigos se han apoderado de una nueva forma de llevar el día a día. Pues bien, cómo se detona esta práctica entre camaradas y muchas veces con mayor facilidad que entre amantes formales que suponen compartirlo todo. Me parece que la clave está en la libertad de ser, pedir y dar sin prejuicios, lo que se requiere; no solo en el acto sexual sino en el ambiente previo al mismo.
La confianza y la comodidad que brinda la amistad lo permite “todo” …¿sí? Permite también olvidar los pudores y los límites íntimos como para poder compartir los cuerpos y dar rienda al gozo y placer. – ¡Lo hicimos! – anoche dos buenos amigos nos convertimos en bestias del amor haciendo caso de las órdenes de nuestros bajos instintos y claudicamos salpicados de orgasmos…¿Qué es lo siguiente? Que esa amistad se merme hasta que muera precisamente por navegar en aguas del amor y quedarnos sin amigo y sin amante, que la amistad perdure y que ese cuate se vuelva una pareja sexual habitual o iniciar un romance verdadero partiendo de la pasión y volver nuestra relación de amor muy formal.
¡Ah chinga!, siendo realistas admitamos que los mexicanos no somos ni tan ‘open mind’ ni tan emocionalmente inteligentes para estos menesteres. Y que lo más probable es que terminemos empachados de mal de amor y lo que es peor perdamos esa magia fraterna de nuestros ‘amigos’ por esa calentura nocturna aplazada y repetida en los momentos de debilidad y soledad.
Pues bien, si hemos decido tomar el riesgo no queda más que disfrutar cada caricia sobre nuestros cuerpos como si fuese bálsamo en el alma, cuidar cada beso como el más preciado terciopelo, y sentir cada penetración como un cañón inyectándonos de fuerza y valor… Pretender que no se esfumara esa amistad y que además ganaremos un compañero sexual para deleitarnos con tales lisonjas. En caso contrario declaremos nuestra abstemia y tengamos un sinfín de sencillos amigos sin lucro sexual.
