Whitney la película

Esta película es una tristeza que debe verse. Un evangelio apócrifo trágico para un mito no bíblico. Una verdadera pena. Morbo.
Caída, Marion Cotillard actúa, en la película biográfica sobre la cantante Edith Piaf, el colapso del talento de la estrella francesa. En otras películas, hemos visto signos parecidos de decadencia física y de lo que el humano define como talento y exceso vital. Propio y ajeno. Clásico, moderno y actual.
Así, desde el mero inicio de “Whitney”, al cine no le queda más que contar la histeria desde el final, empezando por una de las funciones más moribundas,  con detalles de un concierto, fechado en este siglo, donde, ya huesuda, se veía terminar, quien fuera una de las más escuchadas (al menos por los no sordos) voces que el señor haya hecho sonar.
Cristiana devota, hasta morir, Whitney Houston consigue justicia en esta película. Para bien y para mal, se ve claramente que fumaba hasta la burla, como costumbre de hipócrita afroamericano cristiano, por lo que se entiende. Millonario, cristiano, consumidor y cantante. Y famoso. Según.
De ahí, sólo para abajo y menos. En vivo, por lo que muestra esta nueva película, sin dramatizaciones no reales y verdaderas. Una vida francamente complicada, para una preciosa voz cuya cruz más grande fue cantar “música blanca” siendo que prefirió, dicen, el gospel.
Dios la tenga en su santa gloria. Nosotros no somos nadie para juzgarla. Le pido se encuentre en mi cabaña de la otra vida, ídola. La historia es lo que nos pasa, si estuvimos ahí. Lo demás, nos lo cuentan. Y esta es una versión de la historia. And I will always love you.

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