La lucha de España contra los cazatesoros, una de las más férreas del mundo, empezó en 1998 con las fragatas “Juno” y “La Galga”.
Los cazatesoros están dormidos pero volverán a actuar, afirma experto
Panamá, 29 oct (EFE).- Los cazatesoros, esos piratas modernos que han sustituto los parches y las patas de palo por la tecnología más puntera, llevan un tiempo agazapados, dormidos. Pero el español Iván Negueruela, uno de los mayores expertos del mundo en arqueología subacuática, no tiene la menor duda de que volverán a la carga y segcuirán esquilmando los mares.
“El caso de la fragata Las Mercedes ha sido un hachazo muy duro para los cazatesoros, están muy preocupados”, afirmó en una entrevista con Efe Negueruela, quien se encuentra en Panamá para impartir un taller a una veintena de funcionarios panameños.
En mayo de 2007, la compañía estadounidense Odyssey anunció a bombo y platillos el hallazgo de medio millón de monedas de oro y plata, pero se negó a revelar la nacionalidad y la localización exacta del buque.
La actitud de la empresa cazatesoros, que se llevó el cargamento de monedas a Tampa, Estados Unidos, despertó las sospechas del Gobierno español, que decidió demandarla por un posible expolio.
Tras cinco años de litigio, un tribunal estadounidense terminó dándole la razón a España y Odyssey tuvo que devolver todo el tesoro de la fragata española “Nuestra Señora de las Mercedes”, hundido por buques ingleses en 1804 frente a las costas de Portugal.
Según el arqueólogo español, quien dirige desde hace más de dos décadas el Museo Nacional de Arqueología Subacuática de España, Odyssey ha vendido el barco con el que hacía las inspecciones marinas, pero no se ha desecho del sofisticado y caro equipo con el que filmaba los pecios y atrapaba los tesoros.
“Yo sospecho que quieren volver a actuar. Han vendido el barco para enviar el mensaje de que son buenos y de que ahora se van a dedicar a la pesca, pero no han vendido lo más importante. Estoy seguro de que en unos años compran otro barco, lo camuflan y siguen operando”, sostiene.
Es difícil calcular cuántas empresas de este tipo succionan el suelo marino, porque trabajan en la clandestinidad y suelen vender sus capturas en el mercado negro, pero lo que sí es cierto es que cuentan con un músculo financiero de enormes dimensiones.
“Son pocas empresas pero muy poderosas y la mayoría son anglosajonas. Los cazatesoros de hoy han heredado la cultura de los piratas ingleses de hace cuatro siglos”, contó el experto.
Pero los buscatesoros existen, prosigue, porque hay Gobiernos que miran para otro lado y que se siguen negando a ratificar la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, que fue adoptada por la UNESCO en 2001 y que no entró en vigor hasta 2008.
“El país que no firma la convención esconde algo. La clave de este tratado es que el patrimonio subacuático es de toda la humanidad y no se puede vender”, advierte.
Los firmantes de este tratado internacional se comprometen, entre otras muchas cosas, a preservar el patrimonio subacuático, a que se conserve en el lecho marino, y a no explotar comercialmente los vestigios. El documento, en definitiva, pone fin a esa tácita ley del mar que dice que lo que hay en el agua es de quien lo encuentra.
Hasta el momento, ni Reino Unido ni Estados Unidos ni Canadá ni Australia han ratificado la convención, según aparece en la página web de la UNESCO. Panamá y España, en ese orden, fueron los dos primeros países en suscribirlo.
“Quien quiera bajar a excavar un barco, necesita el permiso del Ministerio de Cultura del país donde se encuentra el barco y este país, a su vez, tiene que avisar al país de origen del buque”, explica Negueruela, quien participó en la elaboración de dicho tratado.
“Si aparece un galeón portugués, una barca vikinga o un santuario indígena -añadió-, no puede venir un norteamericano y llevárselo a su país”.
La lucha de España contra los cazatesoros, una de las más férreas del mundo, empezó en 1998 con las fragatas “Juno” y “La Galga”. La sentencia contra Odyssey ha sido su última gran batalla.
La UNESCO estima que hay más de tres millones de barcos hundidos dispersos por los océanos, de los cuales cerca de 4.000 son españoles y 8.000 ingleses.
Para Negueruela, un barco hundido es el mejor yacimiento arqueológico posible porque es una especie de cápsula del tiempo, que te transporta como una nave espacial a un día, un mes y un año en concreto y que te permiten saber, por ejemplo, cómo se vivía el 7 de octubre de 1502.
“Tengo clarísimo que el futuro de la arqueología está en el fondo de los mares”, concluyó este apasionado arqueólogo. EFE