¿Te imaginas ser mujer y tener que tomar la decisión de migrar a otro país sabiendo que en tu camino es muy probable que seas víctima de violaciones, secuestro, trata de personas; padecer hambre, sed, enfermedades, mutilaciones o accidentes que incluso puedan llevarte a la muerte? Esta es la realidad de miles de mujeres migrantes que no encuentran en su lugar de origen las condiciones económicas requeridas para proveer a sus hijos de las necesidades básicas de alimentación, educación, salud y vivienda, teniendo que dejarlos al cuidado de otros y dejando de verlos por años.
El pasado 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, un día no para celebrar el hecho de ser mujer, sino para recordar a aquellas mujeres que a lo largo de la historia han luchado porque las mujeres tengamos mayor inclusión social y sean respetados nuestros derechos, así como también para incitar a las naciones y a la población a tomar conciencia sobre la desigualdad, injusticia e inseguridad que hoy en día aún vivimos las mujeres.
“Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030” es el tema de este año y por ello quisiera hacer mención del papel que representan las mujeres en la migración laboral.
Las mujeres siempre han migrado a lo largo de la historia casi en el mismo porcentaje que los hombres, lo que ha cambiado ahora son las causas de su migración y el que ahora es más visible. Si bien, hasta hace unas décadas el sexo masculino tenía una mayor participación en la migración, sobre todo de tipo laboral (mientras que las mujeres migraban por motivos de acompañamiento o reunificación familiar), a mediados de los años 80 y derivado del cambio en las condiciones económicas y sociales, se comenzó a hablar de una “feminización de la migración”, es decir, las mujeres comenzaron a tener mayor impacto en la migración laboral.
En el 2015, la ONU estimó que la población migrante era de 244 millones, de los cuales, aproximadamente el 49% son mujeres. Asimismo, la Organización Internacional para las Migraciones estimó en 105 millones el número de trabajadores migrantes, de los que las mujeres representan el 40%. Esto señala la paridad entre mujeres y hombres en los flujos migratorios, pero no así en sus impactos.
Los efectos de la migración impactan de manera diferente en hombres y mujeres y por ello debe abordarse desde una perspectiva de género. Una mujer migrante es doblemente vulnerable en todas las fases de su migración, sobre todo si es irregular, se encuentra expuesta no solo a los peligros que conlleva el fenómeno sino también a los que atañe al género, son más vulnerables que los hombres a ser víctimas de hostigamiento, violación, secuestro, trata de personas, abuso sexual, explotación laboral, embarazos no deseados y contagio de enfermedades de transmisión sexual, entre otras, tanto en los países de tránsito como en los de destino.
En los países receptores, las mujeres migrantes y sus necesidades específicas de salud, educación y empleos profesionales son de igual manera que en los países emisores, inferiores con relación a los hombres, lo que significa que obtienen trabajos menos atractivos y en un 23% menos remunerados según la Organización Mundial del Trabajo. Su inserción en el mercado laboral se centra principalmente en el sector servicios, trabajo doméstico y de cuidado, así como en la industria del sexo, generalmente todos ellos, poco regulados.
Asimismo, en las regiones donde el fenómeno migratorio es más visible, se presenta una grave crisis de derechos humanos de las personas migrantes, en donde las mujeres, niñas, niños y adolescentes son los más afectados. Si bien, conocemos más sobre la violencia que sufren las mujeres migrantes durante el tránsito, la violencia puede darse también de manera emocional y psicológica en lugar de destino o incluso al retornar a sus comunidades.
Por otro lado, la falta de recursos, la impunidad, desconfianza y corrupción de las autoridades de justicia inhibe a las mujeres para denunciar abusos y violencia cometida en su contra ante el desconocimiento de sus derechos o el temor de ser deportadas.
A pesar de que a nivel internacional existen instrumentos internacionales que promueven los derechos de los migrantes trabajadores, estos carecen de una perspectiva de género. De igual manera, al interior de cada nación hacen falta políticas públicas efectivas, crear marcos legales y estrategias con perspectiva de género que promuevan su empoderamiento, garanticen sus derechos independientemente de su situación migratoria y atiendan los principales problemas que afectan a las mujeres migrantes trabajadoras como la discriminación, el acoso, la violencia, la identidad, maternidad y unidad familiar, por mencionar algunos.
Para lograr una equidad en el mundo laboral entre hombres y mujeres migrantes, además de adecuar los instrumentos legales y normativos de los países de origen, tránsito y destino de migrantes, valdría la pena generar programas de migración laboral ordenada que tomen en cuenta las condiciones particulares de las mujeres migrantes.
En México por ejemplo, a pesar de haber ratificado acuerdos internacionales y haber creado una ley de migración, la práctica institucional no es adecuada. Por su parte, en los programas de migración laboral ordenada, desde el extinto Programa Bracero (1942-1964) hasta el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales México-Canadá (1974) la oferta se centra en el sexo masculino.
Hoy en día, las mujeres son también jefas de familia y ven en la migración una alternativa para el sustento de sus familias, en algunos casos también a la violencia que viven en sus comunidades. Las mujeres migrantes tienen el mismo papel que hace algunas décadas se creía solo era de los hombres, envían remesas a sus lugares de origen para la manutención de sus familias, esperando el día en que puedan reencontrarse ya sea mediante un retorno o alentando la migración de los suyos.
Por ello, el esfuerzo, valor y sacrificio de las mujeres migrantes trabajadoras también merecen ser reconocidos no solo en el discurso sino también propiciando una dinámica migratoria ordenada, segura y con mayores oportunidades que garantice la igualdad de género y el respeto de todos sus derechos.
Fuentes:
http://www.imumi.org/mujeresenlamigracion
http://ilo.org/global/topics/labour-migration/lang–es/index.htm
http://mexico.unwomen.org/es
http://www.un.org/spanish/News/story.asp?NewsID=34205#.WMdUwNLhDcs