¿Por qué no fui a la marcha?

El pasado 12 de febrero se realizaron diversas marchas para protestar contra el gobierno de Donald Trump, o al menos eso fue la primera impresión que daba su convocatoria. La propaganda era, por decir lo menos, vaga, decía: “Marcha apartidista, pacífica y respetuosa para defender los derechos de todos, exigir el buen gobierno que merecemos y celebrar el orgullo de ser mexicano”. Y fue aquí donde, al menos para mí, empezaron las dudas.

¿Por qué apartidista y no antipartidista o contra los partidos? Sí, los mismos que no han sido capaces de exigirle al Ejecutivo una actitud dura y congruente contra el gobierno de Donald Trump. ¿Pacífica y respetuosa? ¿Será que los que vamos a otras marchas no vamos en la onda pacífica y respetuosa, será que les molestaba una mentada de madre contra el gobierno, contra Trump, contra Peña?

 

 

Exigir el buen gobierno que merecemos y celebrar el orgullo de ser mexicanos. Para lo segundo no se necesita una marcha, o eso creo yo; por otro lado, para exigir el buen gobierno que merecemos pues ¿hay que protestar en el Ángel de la Independencia? Otro error de la marcha. Si se quería protestar contra las medidas de Trump había que llegar a la embajada de Estados Unidos, sólo tenían que caminar unos pasos más; si se quería protestar contra el gobierno de Peña Nieto, y no querían caminar mucho, hubieran llegado a Los Pinos, ahí donde vive el presidente, pero debieron recordar que tradicionalmente las marchas contra el gobierno llegan al Zócalo de la Ciudad de México, y se protesta frente a Palacio Nacional. Para ser claro, los objetivos parecían desdibujados.

Luego empezamos a conocer a los convocantes, en principio parecía interesante que instituciones como la UNAM, el CIDE, y otras se unieran para esto, pero claro que de inmediato, a muchos de los que participamos en marchas anteriores nos surgió la duda ¿por qué #VibraMéxico sí y Ayotzinapa no? Y preguntas de este tipo surgen por montones… El rector Graue se podía sumar a la marcha como un ciudadano más, pero no sumar a la UNAM, y menos cuando la UNAM como institución no se ha sumado a otros manifestaciones sobre temas que han afectado a nuestro país (Ayotzinapa es un claro ejemplo), eso sí, la comunidad universitaria siempre ha estado presente.

 

 

Y la gota que derramó el vaso, otro convocante eran los de Mexicanos Primero, ahí donde convergen varios empresarios, suena Claudio X. González, suena Televisa, y suena muy fuerte, tanto que en sus noticieros y programas de “análisis” se dedicaron a promover la marcha ¿desde cuándo se preocupan ellos por alentar las protestas sociales?

En fin, no fui a la marcha porque los objetivos no eran claros; porque caminar del Auditorio Nacional al Ángel de la Independencia no ocupa dos horas (se notaba su falta de experiencia en estas cosas); porque no tenía ganas de participar en una marcha convocada por, entre otros, Mexicanos Primero; porque el rector se equivocó al sumarse a esta convocatoria; porque se debió marchar hasta el Zócalo y de paso hacer una parada en la Secretaría de Relaciones Exteriores y exigir, a gritos y mentadas, de forma irrespetuosa si era necesario, que se utilicen todos los medios diplomáticos para defender nuestra soberanía y a nuestros connacionales que radican en Estados Unidos.

Y no, no estoy diciendo que haya una marchas mejores que otras, pero los objetivos siempre son diferentes, y en estos casos, también la forma es fondo.

 

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