El éxito deportivo tiene rostro de mujer

“Le pegas al balón como niña”, “pelea como hombre si quieres ganar”, “las mujeres, a la cocina” y “si eres niña, no entiendes de deportes”, son algunas frases recurrentes dentro de una sociedad que no termina de despojarse de arcaicos estereotipos, pero -durante las dos más recientes décadas- varias mexicanas han despedazado esos clichés machistas.

Porque el éxito en el deporte de nuestro país tiene rostro femenino. Ellas son quienes han dado la cara por una nación que todavía no se acostumbra a que las mayores alegrías son gracias a mujeres.

 

El punto de inflexión llegó en los Juegos Olímpicos Sydney 2000, cuando la halterista Soraya Jiménez se llevó la medalla de oro. Fue la primera mujer mexicana que llegaba a lo más alto del podio y primera deportista del país que lo hacía desde Los Ángeles 1984. Aquel fue el único oro de toda la delegación tricolor en la justa australiana.

 

El ejemplo de la levantadora de pesas fue seguido por varias chicas. Ninguna como la taekwondoín María del Rosario Espinoza, quien probablemente es la mejor deportista mujer en la historia de México. La sinaloense acumula tres medallas olímpicas: oro en Beijing 2008, bronce en Londres 2012 y plata en Río de Janeiro 2016, además de ser campeona mundial, panamericana y centroamericana. Ha dominado su disciplina durante casi una década.

 

Paola Longoria es otra gran exponente del deporte mexicano. La racquetbolista es actualmente la número uno del mundo y no ha ganado alguna presea olímpica porque su disciplina no es parte del programa de los Juegos. La potosina ha ganado 80 torneos internacionales y estuvo invicta de mayo de 2011 a octubre de 2014. Acumula casi siete años como la mejor de su deporte en el orbe.

 

Lorena Ochoa es otra mujer que marcó historia para México. Su presencia hizo que el golf adquiriera cierta popularidad en el país. Después de tener una brillante carrera colegial, la tapatía irrumpió en la gira profesional de la LPGA en 2002 y, de inmediato, mostró el talento que la llevó a ser la número del mundo durante 157 semanas consecutivas. Ganó 27 torneos de la LPGA, aunque sus obras maestras fueron las victorias en dos Majors: el Abierto Británico de 2007 y el Kraft Nabisco Championship de 2008. Se retiró de forma prematura en 2010.

 

Photo by Phil Cole/Getty Images

La sonorense Ana Gabriela Guevara también hizo que todo México volteara hacia una disciplina que no era tan común en el país: los 400 metros planos. Dominó la prueba como nadie en el planeta durante 2002, seis años después de practicarla por primera vez. En ese año, se impuso en las siete fechas de la Golden League, lo que la colocó como la mejor del mundo. La transmisión de sus competencias por televisión paralizaban al país. Su calidad le permitió ganar la medalla de plata en los Juegos Olímpicos Atenas 2004. Fue campeona del mundo, panamericana, centroamericana e Iberoamericana. Actualmente es Senadora.

 

La clavadista Paola Espinosa es otro ejemplo de una deportista mexicana dominante. La bajacaliforniana es doble medallista olímpica: bronce en Beijing 2008 y plata en Londres 2012; ambas en la modalidad sincronizada desde la plataforma de 10 metros. Su máximo logro se dio en 2009, cuando se proclamó monarca mundial a nivel individual en el campeonato celebrado en Roma, Italia, también desde la plataforma de 10 metros. Ha sido multicampeona panamericana, centroamericana y en Universiadas.

Ejemplos de mujeres que ponen en alto a nuestro país, porque desde hace varios años, el éxito en México tiene rostro femenino, más allá de los estereotipos absurdos y frases sin sentido que alimenta el machismo.

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