Batman el caballero de la noche: la película

En 2018 se cumplieron 10 años del estreno de una de las mejores películas de superhéroes; “Batman El Caballero de la Noche” de Christopher Nolan quien logró mostrar un héroe no sólo atormentado por sus villanos, sino también por sus ideales.  En una Ciudad Gótica muchísimo más ficticia y obscura, compaginando de manera perfecta con el hombre murciélago.

Durante mucho tiempo vimos en pantalla superhéroes que rayan – de manera muy obvia- en el narcisismo. Su necesidad de ser vistos y admirados muchas veces trascendió más que sus motivos para convertirse en verdaderos héroes. Sin embargo aquí se nos presenta uno totalmente alejado de esta visión.

Desde sus inicios, Bruce Wayne decidió ocultarse detrás del disfraz del murciélago. Tenía un propósito y una justificación. Sin embargo, cuando la luz hace presencia, también lo hace la obscuridad. No sólo se trataba de ponerse el disfraz y hacer justicia, Bruce tendría que lidiar con la oscuridad que yacía en Gotham. Una oscuridad que no podría derribar sólo con golpes, si no que fue más allá, justo llevándolo a los límites que lo hicieron dudar de su propia existencia.

El meollo entre el villano y el superhéroe, es que no sólo se trata de un conflicto de puñetazos y violencia como tal, sino que supera lo “tangible”. Joker busca a toda costa mostrar “la verdadera cara” de Batman, para él nadie es completamente bueno, por lo que busca (por todos los medios posibles) destruir la premisa de la existencia de Batman. Realmente quiere llevar al hombre murciélago hasta el límite; es una batalla moral e intelectual que logra alcanzar un debate filosófico en donde vemos que Joker puede no estar tan equivocado como pensábamos.

Es así que este villano es tan problemático y esencial para Bruce Wayne. Es un hombre impredecible que sólo busca generar caos; él es el caos. El personaje vive con un caos interno que traspasa su propia entidad. Sin duda alguna, la temática de El caballero de la noche es el conflicto del bien contra el mal. Sólo que, a diferencia de lo que la mayoría cree, no sólo se trata de la batalla entre Batman vs. Joker, sino también de Harvey Dent.

La visión de Christopher Nolan

Nolan logró presentar una historia bien desarrollada, con un buen guión y excelentes actores. Aunado a esto, su trabajo al presentar la estética de la cinta fue un gran acierto. Primero porque no nos sentimos en un set, a pesar de haberse filmado en Chicago, Nolan y Wally Pfister (fotógrafo) lograron representar lo que sería Gotham si realmente existiera. La combinación de colores claros y obscuros hacen que realmente se asiente el tono lúgubre del lugar, no es una ciudad alegre; es igual de enigmática que su mismo superhéroe.

Otra cosa que totalmente se agradece es la efectividad con la que se realizan las escenas de acción. Las peleas difícilmente parecen coreografías, Nolan logra combinar sus movimientos de cámara con las acciones de los personajes de una manera cuasi perfecta (porque a veces sí llega a cansar el movimiento).

Finalmente, las explosiones y efectos especiales logran desarrollarse de tal manera que realmente impresiona cada escena que sale en pantalla. Lograron unir un gran discurso con momentos de acción acertados que realmente tienen sentido, no sólo es poner explosiones y acción sin sentido, si no que logran hacer que los dos trabajen en conjunto.

Durante la preparación para su papel de El Guasón, Heath Ledger se escondió en la habitación de un motel durante seis semanas. Durante su estancia de reclusión, Ledger profundizó en la psicología del personaje. Se dedicó a desarrollar cada tic, ensayar la voz y la risa de sonido sádico (para la voz, el objetivo de Ledger era crear un tono que no reflejara el trabajo de Jack Nicholson en su actuación de 1989 como Joker).

Mientras se filmaba una escena de persecución en Lake Street, el Departamento de Policía de Chicago recibió varias llamadas de ciudadanos preocupados que indicaban que la policía estaba involucrada en una persecución de vehículo con un vehículo oscuro de marca o modelo desconocido.

Al respecto esto es lo que Stephen King opina sobre Batman, el famoso escritor estadounidense sobre el superhéroe, confesaba en ese entonces que seguía leyendo cómics, y que de niño una de las preguntas más comunes entre sus amigos era ¿Prefieres a Batman o a Superman? A esta pregunta el pequeño Stephen siempre contestaba: Batman. Las razones son explicadas a detalle en su ensayo, donde dice que, como a todo buen niño, le agradaba Superman por ser de los buenos, pero no le gustaba su excesiva fuerza ni que pudiera volar pues era algo que él no podía creer.

Un hombre descendiendo de una cuerda y lanzando batarangs con precisión era algo que sí podía creer. El súper aliento de Superman con el que puede congelar le parecía inverosímil, pero los compartimentos del cinturón de Batman con toda clase de aditamentos le parecían reales, además de su increíble habilidad como detective:

Como Sherlock Holmes, Batman miraba los rastros que dejaban los malos; tomaba las huellas; sacaba muestras de cabello de la escena del crimen y tomaba testimonios. Tenía expedientes -también como Holmes- en la forma de operar de varios criminales. Buscaba patrones, sabiendo -como todos los grandes detectives- que si se encuentra un patrón, puedes estar esperando al villano en su siguiente parada. Batman vivía con su ingenio y combatió y desarmó -en ocasiones de modo brillante- a algunos de los mejores villanos jamás creados.

Crítica de Batman de Tim Burton: era aún un semi-desconocido director, que había sorprendido con una par de cortos (Vincent y Frankieweenie)- en los que sentaba las bases de su particular forma de ver el cine (y la vida)- y dos películas, La gran aventura de Pee Wee y Beetlejuice, que tuvieron un razonable éxito. El proyecto y el guión de Batman -cuyas apariciones en pantalla hasta el momento se habían limitado a seriales de TV y una película de 1966 basada en ellos- estuvo dando interminables vueltas en los 80 hasta que Warner dio luz verde con una apuesta decidida por el prometedor y original estilo de Burton.

Por supuesto, también se encargó de realizar una promoción descomunal, con un trailer de 90 segundos que se convirtió ya en un éxito en sí mismo (la gente pagaba la entrada del cine, fuera la película que fuera, solo para verlo). Y, para garantizar aún más el éxito en taquilla, se aseguró la participación en el reparto de Jack Nicholson como el Joker (que decidió a aceptar cuando se enteró de que también le habían ofrecido el papel a Robin Williams, que se agarró un cabreo considerable con Warner por la jugada) y de la “sex symbol” de la época, Kim Basinger, que venía de elevar la temperatura terraquea unos cuantos grados tras sus tórridas escenas en Nueve Semanas y Media.

La elección de un divo como Jack Nicholson unida al particularísmo enfoque de Burton nos da la primera clave de la película: el verdadero protagonista absoluto del film es The Joker (sin duda un personaje infinitamente más atractivo para Burton) y Batman es, para ser sinceros, un secundario. No en vano Nicholson aparece el primero en los títulos de crédito, se dice que se embolsó más de 60 millones de dólares (entre sueldo y derechos de taquilla y merchandising) y durante todo el metraje transmite que hace lo que le viene en gana, en una interpretación tan arrebatadora como exageradamente histriónica. De hecho, se cuentan más cosas sobre el origen del Joker y su personalidad que del propio Batman, de quien apenas vemos la famosa escena del asesinato de sus padres sin que se aporte ninguna información de cómo acaba convirtiéndose en Batman adquiriendo esas sensacionales habilidades tecnológicas y de combate.

Otro de los elementos clave del film: la elección, impulsada y defendida por Burton, de Michael Keaton (que había sido el protagonista de Beetlejuice) como el Caballero Oscuro. Empiezo con una apreciación personal (que para eso es mi crítica, digo yo): Keaton no me gusta como Bruce Wayne (ojo, no como Batman). Ni me gustó cuando vi la película en su momento en el cine, ni me ha gustado ahora al revisarla para esta crítica.

Aceptando que hace un trabajo digno, no me gusta su aspecto ni me seduce ese aire exageradamente despistado y tímido (incluso con tartamudeo). Al igual que yo pensaron cientos de miles de fans de los comics que inundaron de cartas las oficinas de Warner, y los propios productores, que se las tuvieron tiesas con el director. Como Burton explicó, la intención era clara: construir un Bruce Wayne que fuera la absoluta antítesis de Batman, poco corpulento, casi enclenque, con la personalidad de un millonario excéntrico y blandengue.

Con estos mimbres, la película -con una mezcla de tono policiaco y la esencia de las historietas de superhéroes (el bien contra el mal)- se desarrolla bajo un argumento cuya clave es el enfrentamiento de dos personajes extravagantes y atormentados, un par de freaks disfrazados y con doble personalidad que, en una reflexión muy bien traída en el guión, se “auto-gestan” y retroalimentan, dentro de una ambientación oscura y gótica, con una Gotham City maravillosamente recreada (sin duda uno de los grandes logros de la película) en un trabajo que incluso fue premiado con un Oscar.

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