EL MULTIFACÉTICO ROALD DAHL

Semblanza de un autor infantil con un lado oscuro

¿Qué tienen en común clásicos infantiles como “Matilda”, “James y el Durazno Gigante”, “El Fantástico Sr. Zorro”, “Charlie y la Fábrica de Chocolate”, aquellas caricaturas de Warner Brothers donde salían unos gremlins que provocaban desperfectos en aviones, apostar tu meñique y la válvula Wade-Dahl-Till? Sencillamente, que todas salieron de la mente de Roald Dahl.

Con anterioridad ya había escrito sobre las dualidades que existen en la mente de los creadores, y en el caso particular de los autores de obras infantiles, en cómo estos mundos distan mucho de ser idílicos, pues, con frecuencia, el mundo infantil tiende a ser caótico y cruel. Y como prueba de ello tenemos los libros de Dahl, un autor británico que ha visto cómo su obra literaria —en particular aquella dirigida a niños y niñas— ha llegado a la pantalla grande en más de una ocasión; de ahí que la mayoría del público esté familiarizado con su trabajo, en el que, con frecuencia, vemos antagonistas adultos que hacen caso omiso de los niños, los cuales deben hacerle frente a la adversidad; y, a pesar de todo, salir victoriosos. Sirva como ejemplo la película de 1990 “The Witches” —Sí. También basada en un libro de Dahl—, en la que un niño regordete paga con creces haberse dejado seducir con dulces —muy a la Augustus Gloop—, y termina convertido en ratón en medio de un aquelarre. Si bien en la película el niño recupera su forma humana, las cosas no salen nada bien para él en el libro. Una especie de lección o de advertencia que también podemos encontrar en “Charlie…” o en “Matilda”, además de la aversión que el autor sentía por la televisión.

Así como las experiencias de Maurice Sendak tuvieron un efecto en su trabajo, lo mismo sucede con Dahl. Los adultos negligentes en sus relatos son el reflejo de la animadversión que sintió tanto por sus compañeros mayores en el internado, como por sus profesores, quienes martirizaban estudiantes por igual, propinándoles palizas. Luego, sus experiencias como piloto de guerra en la Real Fuerza Aérea lo pusieron en contacto con historias de criaturas que hacían que las máquinas fallaran: los gremlins. Los cuales hicieron aparición en un libro escrito por Dahl, y que sería la fuente para las animaciones de Warner Brothers. La obra menos conocida de Dahl —sus novelas y relatos para adultos— distan mucho de la aparente candidez de su obra para público infantil: aquí encontramos relatos con vueltas de tuerca, asesinatos, mutilaciones, y otros crímenes. Por ejemplo, su cuento titulado “Man from South”, incluye la amputación de dedos, pero le valió ser adaptado en la serie “Alfred Hitchcock Presents”, que a su vez sirvió como referencia en el último corto de la antología “4 Rooms”, dirigido por Quentin Tarantino. Esta experiencia lo llevó a ser guionista de cine, adaptando un par de novelas de Ian Fleming —a quien conoció en el ejército— para las películas “You Only Live Twice” y “Chitty chitty, bang bang”.

Sin embargo, la vida de Dahl estuvo marcada por la tragedia. Cuando contaba con sólo 3 años, su hermana mayor falleció de apendicitis, después le seguiría su padre, que falleció de neumonía. A los 24 años, ya como piloto de guerra, sufrió un accidente que le dejó una fractura de cráneo, y ceguera temporal. Su hija Olivia Twenty falleció de encefalitis provocada por sarampión a la edad de 7; mientras que su hijo Theo Mathew, sufrió de hidrocefalia a los 4 meses de edad como resultado de un accidente de tránsito. Dahl coordinó el trabajo de dos conocidos suyos —un médico y un ingeniero— para desarrollar una válvula, que, implantada en el cráneo de su hijo, mejoró su condición. En 1990, Dahl falleció a causa del síndrome mielodisplásico, un tipo raro de cáncer; pero dejó una obra compuesta por más de 50 trabajos, entre cuentos infantiles, novelas, guiones para cine y televisión, así como trabajos de corte autobiográfico.

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