Llámame por tu nombre

Call Me by Your Name, Italia-Francia-Estados Unidos-Brasil, 2017, 131 min.

El primer amor siempre parece suspender el tiempo. Por lo regular, es un momento cálido e hipnótico que sucede durante la juventud. No obstante, puede ser un amor que desmoraliza y quiebra al intentar manipular la desesperación y la confusión hormonal propias de la adolescencia. Lo innegable es que de esa experiencia se deriva un aprendizaje emocional basado en sensaciones alegres y hasta dolorosas que después mutan en una difusa nostalgia cuando se llega a la edad adulta.

Quizá por eso los protagonistas de Llámame por tu nombre atraviesan la franqueza y resiliencia de un amor estival que se debe ocultar en una época –el norte de Italia en el verano de 1983– que todavía no conoce la crisis del SIDA ni los desvaríos de internet. Tras superar sus inseguridades y complejos, el arrogante Elio emprenderá un vuelo hacia el primer amor, representado por Oliver, atractivo estudiante de posgrado que disimula sus afectos con una medida insolencia. El guion a cargo del veterano cineasta estadounidense James Ivory y la dirección del italiano Luca Guadagnino equilibran el tema del primer amor con un miedo al parecer inminente: llegar a la madurez, vista aquí desde una grácil colisión entre dos seres aparentemente distintos. Por un lado, Elio tiene cierto espíritu provocador, definido por la sensualidad juvenil y un apetito genuino por el placer. Por su parte, Oliver es un personaje a la vez fresco y misterioso, con un enigma irresoluble.

Sin embargo, la jovialidad que propone Guadagnino surge como un acto insurrecto al plantear mecanismos narrativos que evitan acelerar o alentar la interacción entre los muchachos. El realizador prefiere jugar con la naturaleza, pequeños detalles como una caricia, un buen número de referencias culturales y, sobre todo, con la pureza del romance entre sus protagonistas, definida por un reconfortante amor que surge pese a los miedos e inseguridades de ambos, detonados por conflictos que van desde el proceso de asimilación de su identidad sexual hasta la toma de iniciativas en ese torbellino que supone el primer amor.

Por otro lado, la presencia de Oliver marca el crecimiento de Elio y el inevitable choque con la pared de la madurez. ¿Cómo dejar atrás las contradicciones y temores que emanan de la confusión juvenil? Tal vez la respuesta está en el pequeño discurso que Elio escucha en voz de su padre en una escena: debemos disfrutar la vida. Al tiempo que nos empuja a reconsiderar la edad adulta desde una mirada paternal tierna, dicho sermón encierra una pista importante: la verdadera trascendencia de las emociones adolescentes está en su fugacidad. En ese sentido, el descubrimiento de la sexualidad y el primer amor son ejercicios para definir la identidad, sin renunciar a las construcciones mentales que nacen de un libro, una partitura musical o un simple paseo en bicicleta. Todos los elementos que configuran la composición de Llámame por tu nombre están dispuestos con una libertad que da como resultado una sólida reflexión sobre cómo maduramos a partir de la primera experiencia amorosa, esa que perpetuamos siempre con frialdad, pero también con alegría.

 

Edgar Aldape Morales

Cineteca Nacional

Ciudad de México, 16 de enero de 2018

A partir del 2 de febrero

 

D: Luca Guadagnino. G: James Ivory, basado en la novela homónima de André Aciman. F en C: Sayombhu Mukdeeprom. M: Robin Urdang y Sufjan Stevens. E: Walter Fasano. Con: Timothée Chalamet (Elio), Armie Hammer (Oliver), Michael Stuhlbarg (señor Perlman), Amira Casar (Annella), Esther Garrel (Marzia), Victoire du Bois (Chiara). CP: Frenesy Film Company, La Cinéfacture. Prod: Peter Spears, Luca Guadagnino, James Ivory, Rodrigo Teixera, Emilie Georges y Marco Morabito. Dist: Sony Pictures.

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