A partir del 10 de febrero
- El director y actor peruano Salvador del Solar muestra los estragos de la ola de violencia que azotó a Perú a principios de los años ochenta
Magallanes es un hombre sencillo que conduce un taxi para ganarse la vida; también sirve de chofer para quien fuera su Coronel en la lucha armada que azotó a Perú décadas atrás. Sus trayectos —que ofrecen un panorama de los suburbios de Lima— transcurren normalmente hasta que un día se encuentra en el retrovisor de su auto a Celina, la chica a la que condujo a la fuerza a su campamento militar para convertirla en esclava sexual del Coronel.
El peruano Salvador del Solar se estrena como guionista y director con Magallanes (2015), que, tras su exitoso paso por la 61 Muestra Internacional de Cine, se estrena en la Cineteca Nacional y podrá apreciarse a partir del 10 de febrero en la Sala 7 Alejandro Galindo. El también actor busca mostrar los efectos que dejó la ola de violencia provocada por el conflicto armado entre Sendero Luminoso y el Estado en una generación que poca oportunidad ha tenido de ser escuchada.
El cineasta no trabaja esta historia desde un punto de vista maniqueísta, señalando a los “malos” y haciendo que el espectador simpatice con las víctimas, sino que presenta este violento periodo como una herida abierta —oculta, pero finalmente abierta— en donde los protagonistas dialogan a la vez con sus culpas y sus dolores del pasado. “Era parte de mi intención que las cosas mantuvieran la ambigüedad que encontramos en la vida, en lugar de irnos a un blanco y negro”, expresó el realizador para Ibermedia.
“Antes que director de cine, soy un ciudadano hastiado de la ausencia de diálogo provocada por el nivel de polarización política en el que nos encontramos en el Perú, donde no hay diálogo sino una interminable sucesión de soliloquios”, agregó del Solar.
Con Damián Alcázar como protagonista, factor que muchos críticos han señalado como un punto favorable para la cinta, Magallanes pudo proyectarse en pantalla grande después de nueve años de trabajo. Salvador del Solar decidió emprender su carrera al otro lado de la cámara realizando el guión de una adaptación de una novela de Alonso Cueto, escritor peruano. A partir de ese momento se decidió a dirigir su ópera prima.
El realizador explora en su cinta a la colectividad; a pesar de tener un claro protagonista, éste parece englobar a una misma generación que nació, creció y temió bajó el mismo techo de violencia. No es una película que hable de la guerra en sí, sino de los estragos y de la huella que ésta deja mucho tiempo después. Con monólogos en quechua que el director prefirió no subtitular, Magallanes es la voz de una sociedad que le grita a su país, a esa historia “oficial” que ignora las consecuencias de sus actos: todo lo que nunca se dijo.
En su crítica para El País, Jordi Costa expresa que la película “funciona con una gran solvencia, tanto como puesta al día de los postulados de la serie negra y como insidiosa exploración de una memoria incómoda que, latiendo bajo los cimientos de la república democrática, suele ser acallada con frases como la que pronuncia un personaje hacia el final del metraje: “Aquí no ha pasado nada”.”
Salvador de Solar recibió una beca de la Fundación Carolina y Casa de América en el 2009, trabajando así su guión bajo la supervisión de dos asesores. Asimismo, ganó el premio del Ministerio de Cultura en Perú en el 2012, haciendo posible la filmación a partir del 2014. Ese mismo año, Magallanes ganó el Premio Cine en Construcción del Festival de San Sebastián para un año más tarde formar parte de la selección Horizontes Latinos.