Rashômon de Akira Kurosawa (1950)

Los humanos somos un mísero montón de secretos. Por ello, en Rashomon, obra maestra de Akira Kurosawa, hasta los muertos mienten. Todos mentimos. Todos queremos ocultar algo. Todo tenemos una imagen que defender. Por esa razón, confiar en los humanos es un arte que implica leer entre líneas.

La historia comienza con tres hombres -un monje, un talador y un peregrino- que se resguardan de la lluvia en la puerta de Rashomon. Allí, dos de ellos se lamentan del estado de la humanidad y de haber oído una historia terrible.

El peregrino desconoce la historia y pide que se la cuenten. La esencia del relato es muy simple: un hombre está muerto, la esposa del muerto huyó de la escena para refugiarse en un templo y un ladrón recién capturado parece ser el homicida. El Diablo está en los detalles, así que la misma historia es contada desde cuatro puntos de vista, cada versión es diferente a la anterior.

La primera versión es la del ladrón; después la mujer cuenta lo sucedido; luego el muerto, a través del cuerpo de una vidente, cuenta su historia; y, por último, hace lo mismo un testigo aparentemente imparcial, el talador. Cada versión pretende defender algo. Todos omiten detalles. El peregrino aconseja: de los humanos hay que tomar la versión más verosímil.

Un bebé aparece entre los escombros. ¿Es posible confiar en la humanidad? Somos mentirosos, cobardes, llorones. Ningún hombre puede llevar la frente en alto. ¿Hay un futuro para nosotros?

Rashomon tiene más de sesenta y cinco años y sus preguntas siguen siendo vigentes. El paso del tiempo se nota, pero no molesta. Este filme es un clásico y no necesita que nadie lo refresque. Kurosawa no necesita ir al espacio ni efectos especiales para contar una historia cautivadora. El DVD es fácil de conseguir y muy barato. Necesitas verla.

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