El pasado 9 de junio, el Museo del Palacio de Bellas Artes inauguró una de las mejores exposiciones que podrás visitar durante este verano.
La muestra organizada con la colaboración de Los Angeles County Museum of Art, busca crear un diálogo estético y artístico entre la obra de dos de los personajes más emblemáticos del arte del siglo pasado. Pablo Picasso y Diego Rivera.
Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso, mejor conocido como Pablo Picasso, nació en España en 1881. Del otro lado del mundo, cinco años después, nació Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, o como todos lo recordamos: Diego Rivera.
Pero no sólo compartieron nacer en la misma época, compartir la misma disciplina artística o tener un nombre considerablemente largo, y es lo que nos muestra la exposición: la manera en la que dos de los pintores más representativos del siglo XX lograron una conversación artística, ideológica y cultural a través de la pintura.
La curaduría a cargo de Juan Coronel Rivera y Diana Magaloni, crea una charla entre uno y otro autor que va desde sus inicios en la pintura, cuando ambos pintores ingresaron en las respectivas Academias de Arte a temprana edad y en las que tendrían una primera misión: romper con los sistemas de enseñanza de las artes como repetición y copia de las grandes obras clásicas. Es así que en las primeras salas los asistentes serán testigos de sus bocetos y sus primeros trabajos escolares.
En las siguientes salas una línea del tiempo cuenta los hechos más significativos en la vida de los artistas desde 1881 hasta 1973, para después centrar la conversación pictórica en la etapa cubista que tuvieron Picasso, como su máximo representante, y Rivera como el aprendiz que supo reinterpretar la vanguardia parisina.
Fue durante su estancia en el barrio parisino Montparnasse cuando los artistas tuvieron un acercamiento tanto en su obra como en amistad. Rivera incursionó en el cubismo y logró introducir elementos que recordaban su tierra de origen. Podríamos decir que es la parte de la exposición en la que se crea un diálogo bastante nutrido que muestra un paralelismo entre las obras que hicieron sus creadores y los motivos, temas y recursos que utilizaron para expresarse.
Minotauromaquia, Pablo Picasso Ilustración para Popol Vuh, Diego Rivera
Por 1916 la amistad entre los dos pintores sufrió una ruptura, Rivera regresó a México y Picasso siguió residiendo en París, ambos artistas se alejaron de su etapa cubista y comenzaron una etapa de reinvención y reinterpretación de sus culturas originarias: la mediterránea y la mesoamericana.
El siguiente núcleo de la exposición está dedicado al trabajo que hicieron los pintores al retornar a sus orígenes. Por un lado Diego Rivera comenzó a rescatar piezas y vestigios mesoamericanos y Picasso se adentró a la mitología y cultura griega y latina.
La parte final de la exposición nos relata otro hecho paralelo que vivieron los pintores. Picasso fue el encargado de ilustrar Las Metamorfosis de Ovidio y de esa manera seguir explorando con la cultura mediterránea, del otro lado del mundo Diego Rivera se encargó de hacer las ilustraciones para una edición del Popol vuh. Los grabados y acuarela que se presentan en el final de la muestra nos permiten observar que, sin proponérselo, Rivera y Picasso tuvieron motivos y tópicos similares, y cómo cada uno logró expresar sus preocupaciones y pasiones a través de su obra.
Paisaje zapatista, Diego Rivera Flauta de Pan, Picasso
Museo del Palacio de Bellas Artes
Av. Juárez y Eje Central Lázaro Cárdenas
Del vie 09 jun al dom 10 sep
mar a dom, 10:00 – 18:00 h
$60
Gratis a estudiantes, maestros e INAPAM | Domingos entrada libre.
