Cuando la política no es gobierno.
Los motivos son múltiples, pero es una postura que les da cierto estatus dentro de un grupo determinado o partido político; creen ellos verse bien y se muestran en apariencia como actores, líderes o protagonistas del cambio y la transformación, ante la comunidad que gobiernan. En un inicio para obtener adeptos y apoyo, son sociables, platicadores, solidarios y en algunos casos hasta bromistas; buscando como método agradar. Les gusta hablar a nombre de los demás, se visten sencillos, toman la bandera de lucha del momento; la vanguardia es su moda. Dicen representar a los que menos tienen y la igualdad social es su objetivo. Pero al paso del tiempo en el ejercicio de su administración van mostrando lo que son: hombres o mujeres con sed de acumular dinero, popularidad, fama y poder; no importando los medios que utilicen, sólo que valiéndose de la mentira y el engaño, como diría Nicolás Maquiavelo “el fin justifica los medios”.
La careta sin percatarse de ello se va moviendo, terminando por caérseles el disfraz de ovejas y muestran su verdadero rostro de opresores y algunas veces totalitarios, esto ocurre gradualmente: en un inicio hacen a un lado a la gente que les brindo la mano, les ayudo a llegar a su objetivo, los desconocen (como si no los hubieran conocido) y se allegan de sus amigos más cercanos, sin importarles que no tengan el perfil y que no sean honrados. Después en el cargo, despojan de sus empleos al mayor número posible de trabajadores, pasando por encima de sus derechos y con argumentos falaces. Para un supuesto ahorro o transferir ese presupuesto a supuestas obras en beneficio de las mayorías, como si fuera un “Gran bien”, diría Platón en la República. Y así sucesivamente van ejerciendo acciones de gobierno que les reditúa beneficios a su grupo y bolsillo.
Y así aparentan gobernar para los más pobres y las mayorías, en poco tiempo los van despojando de lo que les corresponde; el derecho al beneficio del erario público (obras y acciones de gobierno para la comunidad), la posibilidad de participar en la administración gubernamental, limitándolos en sus derechos civiles, político y sociales. Y en esa apariencia de gobernar, pasan al extremo como gobiernos más bien de derecha; “…la izquierda insiste en el aspecto revolucionario y materialista. La derecha insiste en el aspecto tradicional, conservador y autoritario” (Bobbio, Norberto). Con ello, lejos de empoderar a la ciudadanía, desmotivan, dañan el tejido social y terminan estos gobiernos, haciendo un manejo faccioso del poder. Este tipo de gobiernos que aparentan ser de izquierda, los podemos ver en la historia de la humanidad, como es el caso del régimen stalinista o el gobierno de Nicolae Ceaucescu en Rumania, pero también hoy están de moda; sólo necesitamos mirar a nuestro alrededor y los tenemos más cerca de lo que imaginamos.
Ahora bien, qué es un gobierno de izquierda: es el que planifica sus acciones de acuerdo a las necesidades reales o más apremiantes del pueblo, su ejercicio de gobierno busca fortalecer y llevar bienestar a quienes han sido excluidos históricamente (la clase oprimida) con programas que pretenden resarcir el deterioro de éstos, los incluyen en su gobierno y trabajan para ellos. Y en la historia tenemos ejemplos de gobiernos de izquierda que trabajaron para esas clases oprimidas (aunque puede ser polémico, son los más apegados al planteamiento marxista-leninista de una sociedad socialista) el gobierno bolchevique en la Unión Soviética (URSS) dirigido por Vladímir Ilich Uliánov (Lenin), la Cuba Socialista con su gobierno de Fidel Castro Ruz; los cuales realizaron cambios sociales importantes en su economía a favor de esas clases oprimidas (el proletariado).
La búsqueda constante de los gobiernos de izquierda por emular estos ejemplos o aparentar ser de izquierda ha sido un devenir en la historia y en México no ha sido la excepción, sobre todo en los gobiernos estatales o locales, pero desafortunadamente han terminado siendo un remedo de estos.
BOBBIO, Norberto. Derecha e Izquierda. Razones y significados de una distinción política. Barcelona: Taurus, 1995.
