Los libaneses pordrán disfrutar moles con chapulines, tamalito de frijol con hoja santa y chiltomate, y las típicas tortillas.
Kathy Seleme, Maameltein (Líbano), 6 sep (EFE).- Moles con chapulines, tamalito de frijol con hoja santa y chiltomate, y las típicas tortillas son algunos de los productos de la gastronomía mexicana que, hasta el próximo día 14, degustan los libaneses de mano de la chef Margarita Arroyo en el “Festival de la Cocina Mexicana”.
En una terraza de uno de los restaurantes del Casino del Líbano en Maameltein, a unos 20 kilómetros de Beirut, con vistas de la bahía de Yunieh en el mar Mediterráneo, Arroyo prepara, expone y da a probar los platos más representativos de una gastronomía reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
La chef, que calificó de “oportunidad, privilegio y gran responsabilidad” la tarea de presentar la cocina de su país por el mundo, señaló que para el Líbano eligió los platos de manera que no tuviera que hacer modificaciones.
“Lo único que hice fue quitarles un poco de chile y por supuesto son sin grasa”, señala a Efe.
Para ello, se trajo de México “hierbas aromáticas, piloncillo, aliños, orégano, ya que acá tiene otro sabor, y muchísimos chiles (ají), en especial secos”, pese a que defiende que “contrariamente a lo que se dice, la cocina mexicana bien hecha no es necesariamente picante”.
Según Arroyo, las protagonistas de esa cocina tradicional mexicana han sido siempre mujeres. Sin embargo, en la actualidad, “los cocineros son hombres jóvenes, como Ricardo Muñoz, Gerardo Vázquez o Federico López”.
“(Estos cocineros) han llevado nuestra gastronomía a un nivel internacional, gracias a sus técnicas modernas, pero siempre respetando los sabores tradicionales”, indica.
En el Líbano, Arroyo ha tenido la oportunidad de trabajar con cocineros del país, lo que ha supuesto una experiencia “maravillosa”.
“Han sido extremadamente amables. Todo el tiempo presentaron una actitud de aprender”, afirma la chef, que asegura también que la cocina libanesa le encanta y es su “segunda comida favorita”.
Sin embargo, no siempre ha sido así de fácil y Arroyo reconoce que ha tenido que trabajar duro para hacerse un hueco en la cocina.
“He tenido que demostrar, sobre todo en los países como China y Japón donde no hay cocineras profesionales, que a pesar de que soy mujer tengo el mismo valor que los hombres. Casi me he muerto en la raya, como decimos en México, pero he demostrado que puedo hacerlo”, manifiesta.
Para ella, “lo más importante en un cocinero es que tenga compromiso con su profesión y con su cocina, que haga investigaciones hasta el fondo”.
Además, en el caso mexicano, “que vayan a los pueblecitos a aprender de las mujeres de los mercados, de la gente del pueblo que es la que tiene el saber”.
El peor defecto de un chef, asegura, “es la soberbia. Sentir que lo sabe todo sin tener el conocimiento real y sin haber aportado nada a la cocina”.
Arroyo procede de una familia tradicional mexicana donde la cocina tiene un valor familiar.
“Mi abuelita, que quedó viuda a los 28 años con cuatro hijos, fue maestra de cocina y con ello sacó adelante a su familia. Mi madre, además de ser artista, tocaba el piano y cocinaba, mientras que mi padre, que es abogado, me enseñó que siempre hay que buscar la excelencia en todo lo que uno haga en la vida”, recuerda.
Por su parte, el embajador de México en el Líbano, Javier García, declaró a Efe que este evento entra dentro del programa “Vente a comer”, creado por la canciller Claudia Ruiz Massieu, que reúne a un grupo de altos representantes de la gastronomía del país.
“La cocina mexicana es parte de nuestra cultura y es variada, diversa, antigua y la más completa del mundo”, defiende García.
Eso intenta demostrar Arroyo, cuyos platos se ven acompañados de un grupo de mariachis que amenizan con su música las veladas gastronómicas mexicanas en el Líbano. EFE