Los orígenes de las expresiones tienden a ser curiosos, y en muchas ocasiones metafóricos. Por ejemplo, en el argot mexicano, que a uno “le caiga el veinte” es sinónimo de comprensión. Pues hace referencia a las viejas cabinas telefónicas del siglo XX que funcionaban cuando les “caía” una moneda de veinte centavos. De aquí puede deducirse fácilmente que la vida y el idioma tienen una íntima relación. Sin embargo, ¿qué pasa en nuestros tiempos en que los medios, particularmente la televisión, son casi omnipresentes? Puede adivinarse que tienen un efecto tangible en el idioma.
Es probable que las nuevas generaciones conozcan la expresión “Aventarse como el Borras” cuando se quiere decir que algo se hace de manera precipitada, sin medir las consecuencias, y, con frecuencia, de manera imprudente. Los miembros de mi generación (Que, por cierto, ya no sé si soy generación x, y, millenial o qué cuernos) con toda certeza habrán escuchado la frase. La expresión tiene su origen en la serie cómica de los años 1970 “Los Beverly de Peralvillo” —una especie de copia de la serie estadounidense “The Beverly Hillbillies”—, en la que el personaje principal es una taxista, “el Borras”, que maneja de manera descuidada, cambiándose de carril sin tomar las precauciones necesarias. La popularidad de la serie hizo que todo el mundo se familiarizara con el personaje y comenzara a compararlo con gente que conocían.
Otro buen ejemplo de cómo algunas expresiones tienen su origen en la televisión, sería la frase “¡Lástima, Margarito!”. Una vez más, se trata de un programa cómico: “La caravana”, creación de Victor Trujillo. Como varios recordarán, había un sketch recurrente en el que se parodiaban los programas de concursos; aquí aparece Margarito, el sempiterno concursante, que siempre llegaba al estudio para concursar cargado de optimismo, sólo para ver sus sueños de ganar frustrados, ya que los concursos siempre consistían en tareas imposibles de lograr. Una vez que perdía, tanto el presentador del programa —interpretado por Víctor Trujillo— como el publico asistente comenzaban con la cantaleta: “Láaas-ti-maaa, Margarito! Una frase que se ha vuelto sinónimo de la derrota en el hablar de muchos mexicanos.
Ahora bien, contrario a lo que un prejuicio malinchista sugeriría, este fenómeno no es propio de México, ocurre en todas partes. Y como prueba un botón, o, más bien dicho, un conejo. Bugs Bunny fue creado por un equipo de caricaturistas y guionistas, y apareció en cortos animados en el decenio de 1930. Haciendo de lado sus posteriores apariciones en propaganda política de la Segunda Guerra Mundial, la fama del conejo creció sin parar hasta el punto en que muchos de nosotros recordamos vívidamente su frase ¿qué hay de nuevo, viejo?, —En inglés: What’s up doc? o, what’s cooking?—, y recordaremos también la mancuerna de victimario y víctima que estableció con otros personajes de la franquicia: Elmer Fudd y el pato Lucas —Originalemente, Daffy Duck—. Lo que muchos de nosotros no recordamos, o nunca nos enteramos, es que buena parte de los diálogos y conducta de Bugs son referencias a la cultura pop de su tiempo. Por ejemplo, ciertos manierismos son propios de Groucho Marx, como su frase “¡Ya se habrá dado cuenta de que esto significa la guerra!” —en inglés: “Of course you realize, this means war!”—; otros son, en realidad, referencias a Clark Gable. En la película de 1934, “It happened one night”, el personaje que interpreta Gable —a quien, por cierto, llaman “Doc”— muerde una zanahoria, y la mastica mientras habla con una mujer y sostiene la zanahoria en la mano. Rasgos típicos de Bugs Bunny. Lo interesante de este paralelismo es que, más allá de las frases de Bugs, dio origen al mito de que los conejos comen zanahorias. Nada más lejos de la verdad si consideramos que, de hecho, les hacen daño.
Pero, regresemos un momento a las animaciones con el pato Lucas y Elmer Fudd, quien, en varios de los cortos animados es un cazador tras la pista de Bugs. En una de esas animaciones, el pato trata con condescendencia a Elmer y dice algo así como: “precisamente lo que yo me preguntaba, mi pequeño Nimrod”. Lo cierto es que Nimrod es un rey bíblico —posiblemente de Asiria o Mesopotamia, aunque nunca se ha podido establecer un paralelismo exacto— que se caracterizaba por ser un gran cazador. Es decir, el comentario del pato Lucas es sarcástico, pero mucha gente no comprendió la referencia, y supusieron que nimrod era un insulto, un sinónimo de incompetencia o estupidez; un uso de la palabra que aún persiste, como lo revelará un vistazo a urbandictionary.com.
De esta forma, podemos ver cómo los medios permean la cultura donde sea. Es un hecho que la televisión ha perdido mucho terreno frente a los contenidos en internet, por lo que, no deberá sorprendernos que los memes de hoy, sean las expresiones de mañana. Un claro ejemplo el propio vocablo meme, cuyo origen más bien está en la biología y en la lingüística, pero eso será tema para otro día.