Poesía Feel

154 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

25-VIII-2017

 

Ciudad de cal

Yo nací bajo un cielo de cal,

donde la sombra era cada vez

más luna menguante

y la noche sitiaba su propio espejismo.

Ese lugar no era

lo que se dice un vergel

y sin embargo mi abuela y mi madre

–cuando madre y niña–

alcanzaron los racimos maduros

de tanto tiempo que esperaron

bajo el portal.

Ante mí, en cambio,

un día se abrió el suelo de la casa.

Allí brotaron,

uno por uno,

los males que no alcancé a nombrar a tiempo,

en el pecho esa prisa maldita,

un dolor de piedra en la espalda,

un infinito miedo a lo finito

como una sombra que va siempre adelante

y una voz que cortaba, tan amarga,

lo que antes era mi alimento.

Por eso escondo ese pueblo

y oculto su paz de polvo.

Ahora, que en esta rabia recomienzo una cosecha,

vuelven a mí las sombras prolongadas del desierto

y en sueños se desgrana un racimo ácido de insomnio

y un constante porqué, como en sordina.

 

Dana Gelinas

 

 


 

 

26-VIII-2017

 

De “Parafrasear”

XVI [Hospital General]

 

¿Estamos todos? ¿Ellas y ellos, los perros y las parcas?

¿Los entes y las castas?

¿Los creyentes, los dolientes, los buenos y los malos?

¿Están las moscas?

¿Están los roedores,

las polainas de plástico

y los charcos de rubor laminado?

¿Están las siluetas del teatro mudo,

los dedos introspectivos del manco,

los zapatos perdidos de paso en paso?

¿Está el mundo, está la humanidad, estás tú, estoy yo?

¿Quién falta? ¿La clemencia? ¿Se comparte? ¿Se divide?

La mitad ya es mía. Ponla aquí, en el centro,

bórrame luego con tu trapo tan útil tu trapo tan gris,

disípame luego con ese gesto de somos tantos que no importa uno,

qué fácil la identidad cuando se cuenta por individuos,

pero en masa los dígitos traman

sus propias trampas con los volúmenes dispersos

de carne por allá y espíritu por acá;

entonces uno es todo y todo es ninguno.

Ah, sagaz. ¿Dónde he oído eso? ¿Y lo bonito

del mensaje: humildes, dispares, compasivos

a pesar de las hormas irrepetibles:

yo soy yo y tú eres tú

aunque nos lastre el diluvio?

¿Y la cara de alguien para apegarse,

reticente tras el umbral, el diablo

dibujado en la sonrisa, enjuto diablo, expresivo?

¿Para qué lo meto?

Ni con los fuegos más taimados,

mi amor irrestricto y simple, por ejemplo,

logro sacarlo más tarde.

Hoy vengo penando, me dice,

y se aleja por la puerta donde entramos todos.

 

Tedi López Mills

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