Discriminación y generación de cristal

Seguramente has escuchado o leído en redes sociales el término “generación de cristal”, y es que actualmente creemos que ya no podemos bromear con las mujeres porque son mujeres, con los gordos porque son gordos, con los niños porque son niños, y en fin, creemos que ya no podemos reírnos de nada porque todo es discriminación. No es así.

Lo que sí es un hecho, es que estamos viviendo tiempos donde cuestionamos todo, y eso, no sé ustedes, pero me parece fabuloso. Ahora, lo que sí representa un reto, es encontrar el justo medio para llamarle a cada cosa por su nombre y darle su lugar. Así que, en este sentido, vamos a empezar por entender qué es discriminación, y cuáles son esos hechos que sí pueden incurrir en una falta.

Para que un acto sea discriminatorio, debe cumplir estas 3 reglas:

  1. Debe atentar contra alguno de tus derechos humanos.
  2. Debe ser un acto repetitivo.
  3. El acto repetitivo debe ser por el mismo motivo (que debe atentar contra el punto 1).

Aquí es donde surge la importancia de reconocer que el término “discriminación” no debe utilizarse con ligereza.

Yo tengo la oportunidad de trabajar con generaciones menores, y la invitación siempre es apegarnos a un marco de respeto, en primer lugar, para ejercer el ser humano, y para trabajar desde el entorno organizacional por un futuro de negocios más incluyente. Es importante entender correctamente la discriminación, porque de esta premisa deviene el reto de construir un entorno incluyente. En este punto empiezan a converger varios términos que trataré de explicar puntualmente.

Para la construcción de un entorno incluyente se debe garantizar el derecho a la igualdad. De acuerdo a la CEDAW (Convención sobre la Eliminación de todas formas de Discriminación contra la Mujer) la igualdad no se propone hacer iguales a todas las personas, sino garantizar la igualdad en el goce y el ejercicio de los derechos de todas las personas, y este objetivo se logra, en muchos casos, a través de medidas positivas y compensatorias. Por ejemplo, sabemos que no toda la niñez tiene acceso a la educación básica; una medida compensatoria son las becas otorgadas que coadyuvan al ejercicio de este derecho.

Así que, bajo este entendido, todas las organizaciones debemos considerar estas medidas compensatorias para garantizar ingreso, capacitación y ascenso de todas las personas de dicho centro de trabajo; sin embargo, esto implica un reto adicional: el reconocimiento del valor de nuestras diferencias.

El primer paso para desarrollar el verdadero potencial de la diversidad, es apreciar cómo nos enriquece aquello que nos hace diferentes, cuestionar el status quo, atrevernos a desaprender y reaprender, romper viejos prejuicios y erradicar los estereotipos.

La realidad es que en este camino todos y todas estamos aprendiendo a construir una nueva sociedad que dé paso a esta restauración, yo estoy convencida de que con acciones pequeñas pero constantes lograremos esta igualdad. Este ejercicio es de todos los días, nuestra responsabilidad como ciudadanos es involucrarnos, participar, mantener la mente abierta, denunciar las desigualdades y sobre todo, siempre mantén viva la pregunta ¿cómo puedo contribuir a la igualdad y no discriminación desde mi trinchera?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Todos los Derechos Reservados Feel ® 2016
Develop & Design: JG