Etiqueta: México
¿Qué es lo que nos hace la violencia ?
Lo que nos está pasando
Los estragos causados por la violencia en México no sólo se observan a nivel de individuo, sino de la sociedad misma. Algunos son reversibles y otros no, y pueden tener un impacto en el presente o a largo plazo.
La violencia que se vive actualmente en México y que se encuentra propagada por todo el país, no es la misma que se vivía a principios del siglo pasado, sino que se nutre de una perversidad surgida de los procesos de degradación del Estado y sus instituciones, la cual, se han propagado por todos los poros de la sociedad, hasta los fragmentos más pequeños de nuestra vida cotidiana.
¿Qué es lo que nos hace la violencia?
Atenta con nuestra dignidad.
La violencia daña la integridad psicológica de la víctima y le impide tomar conciencia de lo sucedido, frena nuestro proceso de desarrollo psicoemocional, lo paraliza y nos crea dificultades para establecer una expresión abierta con otros seres humanos y en consecuencia, se dificulta su construcción de la alteridad.
Una distinción de la cual hablar: Violencia y Agresividad.
La agresividad es una conducta innata que se despliega automáticamente ante determinados estímulos y que cesa ante la presencia de inhibidores muy específicos. Por su parte, la violencia es agresividad alterada por diversos tipos de factores, en particular socio-culturales, que le quitan el carácter deliberado y la vuelven una conducta intencional.
La violencia es un tipo de conducta aprendida y que tiene la intención de causar daño físico o psicológico, al igual que la agresión, es un comportamiento que trata de explicarse a través de la multiplicidad de variantes que determinan y condicionan su ocurrencia, como factores medioambientales y la historia misma del individuo. Por lo que se busca poder identificar y manipular esos determinantes para controlar esta clase de conducta.
La violencia está implícita en el acto de destruir, pero el destruir, siempre va más allá de la mera violencia y culmina en el matar a seres vivos, sean plantas, animales o humanos.
La proclividad tanto a destruir, como a la violencia, se ven influenciadas por factores externos, sociales (guerras, linchamientos, vivir una educación violencia intrafamiliar) e internos psicológicos, que dependen de los aspectos negativos de la orientación del carácter, determinados por las modalidades de socialización con nuestros semejantes y otros seres vivos, y de la relación establecida con los objetos usuales en nuestro medio.
El trauma como vivencia diaria
El problema central es que el miedo acarrea una serie de impactos en muy distintos rubros.
Las personas están bajo estrés o tienen miedo, tienden a ser menos tolerantes, más reactivas y mas excluyentes de otras personas a raíz de las amenazas percibidas.
El conflicto endurece el corazón, la exposición del terror o a la violencia ocasiona que las personas apoyen menos los esfuerzos de paz; aunque hay excepciones notables, la tendencia que marcan los procesos de pacificación se ven perjudicados, no beneficiados por la prevalencia de condiciones del estrés severo que ocasiona el terror.
El estrés y terror impactan en temas que van desde las preferencias electorales, el apoyo político a figuras percibidas como autoritarias o de “mano dura”, el respaldo a iniciativas tales como el cierre de fronteras o la militarización de las fuerzas de seguridad civiles, hasta el castigo colectivo a determinados grupos religiosos o sociales, incluyendo en algunos casos el deseo de represalias violentas dirigidas hacia los enemigos percibidos de esas sociedades.
Cuando tenemos miedo no nos sentimos en paz, incluso si el conflicto armado o la violencia material se llega a reducir, lo esencial es tal vez, entender que sentimos y en entender que estamos en una situación de vulnerabilidad por la violencia que existe.
Estamos hablando no solo de las personas que tienen contacto directo con los eventos de violencia, sino de todos esos millones de mexicanos quienes tenemos contacto con la narrativa de esos eventos: nos enteramos de ellos a través de noticias, conversaciones, rumores, textos, imágenes y videos (frecuentemente brutales) compartidos en medios de comunicación tradicionales y/o en redes sociales.
Por último, lo que más se corrobora cada día es que en México tenemos una fuerte tendencia a la habituación y a la evasión, los eventos de violencia nos dejan ser novedosos, nos acostumbramos y los normalizamos, las tragedias se convierten en números o en fosas comunes con las que nos conectamos, muertes y heridos que dejamos de ver y de registrar.
Por eso, el miedo a la violencia es tan dañino para una colectividad como la violencia misma y por lo tanto, las estrategias encaminadas a amortizar los efectos psicosociales ocasionados por esa violencia, son tan cruciales como abatirla.
El vigilante
México, 2016, 75 min.
Humboldt en México, la mirada del explorador
México, 2017, 85 min.
Los ojos del mar
México-Alemania, 2017, 80 min.